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Aviso

SOS de los pescadores de Gandia: las capturas se quedan en las subastas

El sector lanza un SOS para que los ciudadanos consuman el producto y mantener la actividad - Cofradías de varios municipios han dejado de salir al mar porque los precios no cubren los gastos

Cajas de pescado en la lonja del Grau de Gandia, durante una de las subastas del producto. levante-emv

La primera semana de las estrictas medidas decretadas por el Gobierno de España debido al Estado de Alarma por la crisis sanitaria del coronavirus ha resultado nefasta para muchos sectores, pero no así para el alimentario que, al ser considerado «estratégico», mantiene su actividad para hacer llegar los productos a todos los ciudadanos. Entre las pocas excepciones destaca sin duda la de los pescadores, que acumulan pérdidas por cientos de miles de euros y que han hecho un llamamiento para el consumo de pescado fresco.

Un ejemplo claro de la situación se encontró el viernes pasado en la lonja de pescadores del Grau de Gandia. Allí hubo quien tuvo que «regalar» cerca de quinientos kilos de pescado por apenas 70 euros. Ni para pagar el combustible de la barca. Pero es que, además, se quedaron sin vender más de tres mil kilos de producto que, según señalan desde la Cofradía, se tuvieron que tirar al mar. «Ni siquiera las ONG de Gandia aceptaron el pescado capturado», señala el secretario de esa entidad, Enrique Ferrer.

El problema fundamental está en el descenso de las ventas de producto fresco. Con la crisis, son muchos los ciudadanos que han optado por acudir a los grandes supermercados, donde prima el pescado congelado que se puede mantener semanas en casa. Pero es que, además, entre los principales compradores figuran los bares y restaurantes que han tenido que echar el cierre, dejando de adquirir una gran cantidad de productos del mar que se suministraban en sus establecimientos.

Con el poco pescado que encuentra salida y los precios por los suelos, no extraña que, como indica Ferrer, hayan detenido su actividad las cofradías de Dénia, Xàbia y València, mientras que otras, como Cullera o Gandia, podrían no aguantar esta situación una semana si no aumentan las ventas de pescado fresco. Solo en Gandia el parón afectaría a unas 150 personas, a las que habría que sumar las pérdidas de empleos en las tiendas o de los transportistas.

Temor en las embarcaciones

A esta situación se suman las particulares circunstancias del trabajo de pescador. La obligada separación entre personas para evitar contagios del virus resulta casi imposible en las embarcaciones. En las de cerco, que son las que se alejan a mayor distancia mar adentro, pueden llegar a convivir, en plena faena, hasta doce personas. Además, por la actividad física que supone faenar para la captura del pescado, no siempre es fácil usar mascarillas, que tampoco se han repartido entre el personal de a bordo. Todo ello hace que no pocos trabajadores, temerosos de infectarse, hayan manifestado que quieren parar.

Y quienes sí trabajan suman más dificultades. Los desplazamientos en furgonetas, para desplazarse de un puerto a otro, están prohibidos a pesar de que, cuando llegan a la barca, comparten los mismos espacios.

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