En el mercado laboral hay clases en un mismo oficio. Veteranos con contratos de otra época, mileuristas que ahora parecen privilegiados y gente que ni llega a esa condición salarial, que ya es decir. Cabe citar en esa degradación del proletariado a los empleados a través de empresas de trabajo temporal, que en estos días de despidos generalizados padecen un doble castigo: quedarse sin empleo y, en muchos casos, sin paro. En cualquier caso, sin derecho a no consumir la prestación que tengan acumulada.

Juan es el nombre supuesto de una persona que hasta la semana pasada trabajaba en una empresa valenciana del plástico. La firma presentó un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) a la totalidad de la plantilla. Se fue al paro. Tal como explicó a este diario desde la garantía del anonimato, cuando llegó a la oficina de Labora se encontró con que podía cobrar el paro, pero, a diferencia de sus excompañeros y de todos los trabajadores que han perdido su puesto por causa del coronavirus, descontándolo del tiempo acumulado hasta la fecha. «Yo aún me salvo porque me quedaba paro y puedo cobrar algo, pero tengo conocidos que no habían sumado los días suficientes para acceder a la prestación y se han quedado sin nada», explicó.

Relación

¿Por qué estos trabajadores no tienen los mismos derechos? La respuesta está en la peculiar relación laboral que les une a las empresas donde desempeñan su labor. Y es que estas mercantiles no son las que los contratan en realidad, sino las empresas de trabajo temporal (ETT) a las que las citadas recurren, tal como confirmaron a este diario fuentes de este sector que está representado por la patronal Asempleo.

Cuando una mercantil necesita cubrir temporalmente una baja laboral acude, si así lo considera conveniente, a una ETT, que le suministra el trabajador para el puesto vacante y por el tiempo que precise. La firma abona a la ETT un importe global que incluye el salario equivalente al fijado por el convenio colectivo del sector al que pertenezca la compañía, los costes de la Seguridad Social y el margen comercial que percibe la ETT por el servicio prestado. Esta última toma el salario bruto anual y lo divide por horas y abona al trabajador la cantidad correspondiente en función del tiempo en que esté empleado en la empresa a la que ha ido destinado.

Ahí se encuentra la clave del futuro de estos empleados si la firma donde trabajan aplica un ERTE. Y es que no tienen ninguna relación contractual con la misma. La compañía que les hace el contrato en realidad es la ETT.

Por tanto, estos trabajadores solo tendrían derecho a cobrar el paro sin que les descuente del que hayan acumulado hasta la fecha -o en el supuesto de que lo hayan consumido todo -si la empresa de trabajo temporal presentara un ERTE-. Pero claro, como explicaron las fuentes consultadas por este diario, esa circunstancia no puede darse, a no ser que la propia ETT entrara en crisis, porque el decreto del Gobierno contempla que las empresas que presenten un expediente de empleo temporal por causa mayor, es decir, como consecuencia de los efectos de la crisis del coronavirus, se comprometen al mismo tiempo a mantener todos los puestos de trabajo durante los seis meses posteriores al momento en que deje de estar en vigor el ERTE.

En consecuencia, las ETT consideran que no pueden presentar un expediente de empleo para sus trabajadores afectados por la citada contingencia. «Nosotros solo podemos presentar un ERTE si la empresa en cuestión se compromete al posterior mantenimiento del empleo durante medio año, pero ninguna lo va a hacer porque no saben ni siquiera qué va a suceder con el personal que tienen en plantilla y que han incluido en su ERTE», explica una fuente del sector de las ETT.

Así las cosas, un empleado en esas condiciones, como el citado Juan, solo tiene por delante tres opciones: consumir el paro que haya generado hasta la fecha, lograr la misión casi imposible de recolocarse en alguno de los sectores que están demandando empleo o resistir, si ha consumido su prestación por desempleo, hasta que la crisis pase y entonces rezar para que los empresarios vuelvan a contratar.