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"Pescamos para subsistir"

Los marineros de Calp optan por seguir faenando y extreman la protección a bordo y guardan distancias

Dos pescadores limpian las capturas en la cubierta de su barco tras llegar al puerto de Calp. a. p. f.

La pesca es estos días un mar revuelto. La mayor parte de las embarcaciones permanecen amarradas. La hostelería, su principal cliente, tiene la persiana bajada. Uno de los pocos puertos que mantiene la actividad es el de Calp. El lunes salieron a faenar seis barcos de arrastre y otros cuatro (tres de Moraira y uno de Calp) de artes menores. Los marineros cumplen las estrictas medidas de protección. Todos llevan mascarillas y guantes e intentan guardar, a bordo, las distancias.

«Las tripulaciones son aquí pequeñas, de tres o cuatro marineros. Hay sitio en el barco para respetar el metro de separación. Además, son como familias. Los pescadores se hacen a la mar y luego regresan a confinarse a sus casas», comentó el lunes el patrón de uno de los arrastreros calpinos.

El martes y ayer ya se sumaron más embarcaciones. Hay patrones que, al principio, pararon y sondearon la posibilidad de hacer un ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo). «Pero no nos los conceden. Y debemos pagar los gastos que tenemos. Por eso, los que al principio no salieron ahora vuelven a faenar», advirtió el presidente de la cofradía, Francisco Catalá Femenía.

«No pescamos ni mascarillas ni respiradores», sostuvo Catalá para dejar claro que ahora mismo, en plena crisis sanitaria por el coronavirus, su sector no es tan esencial como otros. «Hoy lo principal es la salud», enfatizó.

Es cierto que la demanda de pescado fresco y, sobre todo, de marisco (el principal cliente son los restaurantes) ha caído en picado. Pero la subasta en Calp sí que medio funciona y se da salida a las capturas. Están, de hecho, llegando muchas pescaderías de Alicante que buscan producto fresco. Además, Mercadona tira del carro.

El sector agroalimentario se está reivindicando en esta crisis del coronavirus. Y es, por tanto, sumamente importante que se garantice una mínima oferta de pescado fresco y de calidad. En estos días difíciles de confinamiento, las familias pueden seguir consumiendo pescadilla, salmonete, cangrejos, gamba blanca, faneca, pulpo, rape o galeras. Esas son las principales especies que capturan los barcos calpinos. El mar entra así en las casas. Ahora se hace imprescindible llevar una dieta sana. El producto fresco también ayuda a mantenerse sano.

«Sí, el sector primario debe estar ahora fuerte. Pero quiero remarcar que nosotros no queremos ser oportunistas. Que nadie piense que nos estamos haciendo de oro. Al contrario, salimos para subsistir. Si toda la flota estuviera en el mar, los precios serían una vergüenza. No hay demanda. Los precios se mantienen un poco porque solo estamos pescando nosotros y Santa Pola», remachó el presidente del Pòsit.

Un funcionario de Salud Pública acude todas las tardes a la subasta para controlar que se cumplen los protocolos sanitarios y de seguridad. «Que venga nos da mucha tranquilidad. Nos da garantías de que las cosas se hacen bien. Tanto en nuestras instalaciones como en los barcos de pesca se está realizando estos días una labor muy intensa de desinfección y limpieza. Siempre la hacemos. Pero ahora la hemos reforzado», aseguró el secretario de la cofradía, Santos Pastor, que insistió en que las tripulaciones se han tomado muy en serio las medidas se seguridad. «Todos llevan mascarillas y equipos de protección, y se mantienen alejados».

Además, la pasada semana hubo varios días de temporal y marejadilla y las tripulaciones optaron por quedarse en tierra. «No podemos exponernos a nada. Los hospitales ya están bastante saturados. Debemos ser muy precavidos para que en nuestra actividad no se produzca ningún accidente», expuso el secretario del Pòsit.

Los pescadores admiten que hacerse estos días a la mar es un poco ir contracorriente. «Pero no nos queda otra. Tenemos que pagar y no nos dan el ERTE. Otras flotas están amarradas. Pero nosotros no podemos parar. Aquí aguantan 11 barcas de las 20 y 25 de hace unos años. En este puerto, llegamos a los 40 pesqueros», indicó el patrón de una de las embarcaciones.

Así las cosas, el antes bullicioso puerto de Calp ofrece estos días una imagen más desangelada. Las mascarillas ocultan la expresión pelín taciturna de los marineros. Ahora que los restaurantes están cerrados a este puerto le falta vida. Con todo, estos pescadores no arrían las velas. Y su labor es esencial para que el pescado fresco llegue a los hogares.

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