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Coronavirus

Luna de miel confinados en un camarote

Una pareja de l'Alcúdia regresa del crucero tras 24 días sin poder pisar tierra firme al cerrarse los puertos por el virus

Luna de miel confinados en un camarote

Ana y Toni no olvidarán nunca su viaje de novios y no por haber vivido la luna de miel soñada. Esta pareja de l'Alcúdia embarcó en el Costa Victoria en Dubái el 7 de marzo para disfrutar de un crucero por el Mar Arábigo, el Mar Rojo, el Mediterráneo y el Adriático con Venecia como destino y, tras realizar escalas en Muscat y Salalah (Omán), la expansión de la pandemia del coronavirus les confinó primero en el barco y después en el camarote. Ana Alventosa y Toni Gómez pudieron desembarcar el sábado en el puerto de Civitavecchia (Italia) después de 24 días sin pisar tierra firme, de los que trece han permanecido aislados en su habitación.

«Ha sido una odisea importante, los días en el camarote pasaban horrorosamente lentos», relata Ana. La pareja llegaba el domingo por la noche a l'Alcúdia tras treinta horas de viaje, primero en autobús con sucesivos trasbordos en cada frontera; en tren de Barcelona a València y, ya en el tramo final, en taxi. Completaba así un mes entero por el mundo.

La pareja salió de València el 5 de marzo en dirección a Dubái tras hacer celebrado su boda el sábado anterior. Llegó el día 7 y unas horas después subía al Costa Victoria. Iba «todo rodado» hasta el 11 de marzo. Ese fue el último día que los pasajeros pudieron bajar del barco y pisar tierra firme en Salalah.

La pandemia del coronavirus se propagaba y, uno tras otro, los puertos cerraban sus puertas a los más de 700 pasajeros que viajaban en el buque, sin contar la tripulación. «Los puertos empezaron a cerrar fronteras y no se nos permitía desembarcar, los días pasaban mientras navegábamos de puerto en puerto, pero los autoridades nos negaban la entrada», relata Alventosa.

La situación se complicó todavías más cuando, a la altura de Creta, una mujer empezó a encontrarse mal y decidieron que desembarcara para que fuera atendida en un hospital. Era el domingo 22 de marzo. Por prevención, el capitán dio instrucciones para que las personas que solían estar más próximas a ella se aislaran en sus camarotes. Toni y Ana, que coincidían con ella en el comedor, tuvieron que restringir sus movimientos. El día siguiente se confirmó el positivo por coronavirus y todos los pasajeros fueron confinados en sus camarotores mientras el barco, de bandera italiana, cogía rumbó a Civitavecchia.

Agradecimientos

«Desde el lunes 23 hemos estado las 24 horas del día en el camarote, nos traían la comida y la atención ha sido maravillosa», asegura Alventosa, que también tiene palabras de agradecimiento para la agencia García Rovira, de Alzira, a través de la cual había contratado el viaje. La llegada al puerto romano sirvió para mejorar la situación del matrimonio de l'Alcúdia, aunque solo en un aspecto: las comunicaciones con la familia. Para pisar tierra tendrían que pasar 12 días más.

«Estábamos bien y era importante comunicarlo a la familia, mi madre y su pareja estaban desesperados, pero para nosotros también era una desesperación no saber cómo estaban todos, tenemos familiares que trabajan en la sanidad y pasas una situación de angustia. Ha sido muy complicado, pero tenemos mucho que agradecer a la compañía. El día 28 se acababa el crucero, pero no nos han dejado tirados». Con el barco ya en el puerto romano se inició un desembarco progresivo. La espera se hizo más larga. «Ha sido una desesperación, teníamos las maletas hechas con la esperanza de que nos dejaran salir, llegaban autobuses y pensabas que te ibas, pero no, y sufrías una desilusión tremenda», confiesa. No ha sido el viaje esperado, pero Ana y Toni podrán resarcirse de la «doble» espinita. Era su primer crucero y, además, su luna de miel. La compañía les ha entregado un bono para disfrutar de otro viaje.

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