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Testimonio

Una valenciana coordina las ayudas de Cruz Roja en Beirut: "La ciudad está devastada"

Ana López trabaja como cooperante de esta entidad en Líbano tras seis años haciendo trabajo humanitario en países como Mauritania o Níger

La valenciana Ana López, desde el balcón de su casa en Beirut (Líbano). CRUZ ROJA / ANA LÓPEZ

Acababa de llegar a Beirut cuando una explosión de 2.700 toneladas de nitrato de amonio cambió su rutina. Ana López es del Puerto de Sagunto, ha vivido en el barrio de San Isidro de València, pero lleva los últimos seis años en países en los que hace de su ayuda a los demás su trabajo. En 2014 puso rumbo a Mauritania como cooperante y desde entonces le han seguido Níger, Burkina Faso, Congo y desde hace un mes y medio, Líbano, donde llegó para representar a Cruz Roja, entidad en la que trabaja desde 2016. Quizás por ello sea necesario escucharla hoy, 19 de agosto, Día Mundial de la Asistencia Humanitaria.

«En África hay necesidades muy latentes, tienen un desarrollo inferior comparado a Líbano», explica la cooperante valenciana desde el otro lado del teléfono. «Aquí Cruz Roja trabaja desde 2013 con la crisis de los refugiados sirios». Líbano, un país de unos cuatro millones de habitantes, acababa de recibir a dos millones de refugiados sirios que lo habían perdido todo. «La labor de Cruz Roja ha sido la de crear infraestructuras para el sistema sanitario que estaban diseñado para cuatro millones de personas y de repente tiene que atender a seis millones y atender algunas necesidades básicas de la población».

Su trabajo desde que llegó, cuenta, ha sido coordinar proyectos de salud junto a la Cruz Roja libanesa y la Media Luna palestina, con importante presencia con campos de refugiados desde que estos fueran expulsados de su tierra por Israel en 1948. «También estábamos haciendo mucho trabajo de sensibilización por el coronavirus, dar importancia a las medidas higiénicas e incidir mucho en el distanciamiento social», asegura.

Cambio de necesidades

El pasado 4 de agosto las necesidades de la población de la capital del Líbano cambiaron. La explosión en el puerto dejó 177 fallecidos, 6500 heridos, varios desaparecidos y una ciudad derruida. La detonación afectó también a su puesto de trabajo habitual, las oficinas de Cruz Roja, con techos y puertas caídas. Por eso, Ana López atiende a Levante-EMV desde su casa en el barrio de Achrafieh, a dos kilómetros de la explosión, lugar en el que hasta el mismo día de la explosión pasaba el confinamiento. «Estaba todo abierto, la onda expansiva atravesó la casa, pero tuve mucha suerte, algún cristal roto de alguna ventana, pero poco más, peor les fue a mis vecinos». Las imágenes que envía por correo dan fe del destrozo: ventanales destrozados, fachadas levantadas, edificios acordonados, señalizaciones en el suelo y techos encima de los coches.

Desde ese 4 de agosto, Ana se dedica principalmente a llevar el control técnico y financiero de los 280.000 euros que ha recaudado a partir de donaciones la Cruz Roja. «Ha llegado bastante dinero desde España pese a que haya crisis, la explosión dejó una situación de urgencia, la ciudad había quedado devastada, teníamos que atender la emergencia, atender la llegada de donaciones, coordinar la entrada de medicamentos y de la ayuda básica». A la compra de medicamentos y equipos médicos se le han añadido los equipos de apoyo como muletas o sillas de ruedas «que se han vuelto muy necesarios por la cantidad de heridos que han quedado tras la explosión». Ella es la encargada de coordinar y hacer el seguimiento de este material hasta la Cruz Roja libanesa que es quien hace el reparto final.

En medio de una situación como la que vive Líbano, la trabajadora de Cruz Roja destaca la importancia de la acción humanitaria: «Es fundamental». «Todos vivimos en el mismo planeta, nosotros hemos sufrido catástrofes a lo largo de nuestra historia, por eso sabemos lo importante que es ser solidarios, sobre todo, con aquellos que tienen menos suerte, que vive en zonas con menos posibilidades, que no tienen la oportunidad de estar a salvo», expresa la cooperante.

Además, explica, «los perfiles de las personas que realizan labor humanitaria son muy variados, desde médicos hasta trabajadores sociales o ingenieros». En su caso, ha llegado a estar en medio del drama libanés tras estudiar Ciencias Políticas en la Universitat de València y hacer un Máster de Desarrollo Sostenible, además de dominar inglés y francés. Y, sobre todo, «tener mucha empatía porque lo que hoy les pasa a ellos, mañana nos puede pasar a nosotros y querríamos que nos ayudaran».

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