Hace cinco meses el Banco de Alimentos de València empezó un reparto de productos básicos en instalaciones del campo del Mestalla para cubrir las principales necesidades de personas vulnerables gracias a un convenio con el Valencia CF. El reparto comenzó con la atención a 600 familias. Hoy ya son 6.000 quienes participan en el programa y desde el Banco de Alimentos aseguran que en cada nuevo reparto (se realizan dos días a la semana) se suman entre 75 y 100 nuevos beneficiarios. En total, los repartos en Mestalla han llegado a 33.546 personas.

El presidente de la entidad, Jaime Serra, explica que la demanda «se ha incrementado de forma exponencial estos meses y la previsión es que siga así por lo que los técnicos aseguran que es más que posible que en noviembre tengamos que atender a 7.000 familias y que en Navidad lleguemos a las 10.000».

El Banco de Alimentos ha atendido ya este año a más de 33.500 personas y espera que en Navidad sean más de 10.000 los hogares que reciban ayuda

La demanda crece, pero las donaciones de las empresas, disminuyen. «Hay que destacar la solidaridad de las empresas valencianas, pero hoy en día están a medio gas por la crisis y estamos ante una situación de desaliento. Antes, los camiones no paraban en todo el día, ahora la situación es bien diferente. Siempre hemos contado con mucho excedente y ahora no es así», explica Serra.

Las familias que reciben comida se multiplican por diez en cinco meses

Como las donaciones de productos han caído y la demanda aumenta, el Banco de Alimentos se ha visto obligado a comprar productos, gracias a la «solidaridad valenciana, que es increíble y muy destacable». «Este año solo en género comprado nos hemos gastado unos 100.000 euros gracias a centenares de familias y empresas que realizan donaciones. Temo el día en el que no pueda llenar el carro de una familia, pero de momento no ha pasado», explica Jaime Serra.

El Banco de Alimentos, aparte de la atención directa a las familias, colabora con 177 entidades sociales para que la red de reparto se extienda. Además, ultima los cambios pertinentes de la campaña de noviembre destinada a recoger productos en supermercados ya que «solemos recoger 1.200.000 kilos y hay que diseñar otro modelo para evitar colas y aglomeraciones».

Casa Caridad ha repartido más de 56.500 raciones desde marzo en sus albergues y en su comedor

La crisis económica también se ha visto reflejada en las actuaciones de Casa Caridad. Desde que la pandemia del coronavirus llegó el pasado marzo, esta entidad ha repartido más de 56.500 raciones de alimentos a las personas más necesitadas de València entre los usuarios albergados en sus centros y la entrega de paquetes semanales a particulares y familias que acudían al comedor de Petxina, y que disponen de un recurso habitacional.

Para ello, Casa Caridad ha adaptado sus servicios e instalaciones a las nuevas necesidades generadas por la pandemia con el fin de seguir atendiendo a las personas más vulnerables de forma individualizada para dar respuesta a sus necesidades. «La situación generada por la crisis de la covid-19 está golpeando a muchos de nuestros usuarios que previamente ya se encontraban en una situación de vulnerabilidad y se está acentuando por las pérdidas de empleo», afirma el presidente de la entidad, Luis Miralles.

"Es una ayuda vital que nos permite subsistir"


Nuria llegó a València el 9 de marzo, días antes de la declaración del estado de alarma y el confinamiento. Lo hizo proveniente de Colombia y con la esperanza de «encontrar un trabajo y un futuro mejor». Ahora, es una de las decenas de personas que forman cola ante la asociación sociocultural evangélica de Barona, en Orriols, para recibir unos alimentos «vitales» para tirar adelante.


No hay un perfil del solicitante. En la hilera, que crece por minutos conforme se acerca la hora de la apertura, hay mujeres y hombres, mayores y jóvenes. Se producen saludos entre quienes se han convertido en conocidos a fuerza de la necesidad: «No has encontrado trabajo aún, ¿no?», pregunta un joven a un señor de edad más avanzada, que niega con la cabeza.


Ligeramente apartada de la cola pero cerca de la puerta por la que aparecerá Jesús, el encargado del reparto diario, se apoya contra la pared Manuela. Tiene 85 años, es de València y hace un mes que necesita esta ayuda. «Tengo una pensión muy chiquita y ahora, además, un hijo que mantener», cuenta.


Manuela no forma cola porque entrará la primera. La solidaridad está muy presente entre estas personas, conocedoras mejor que nadie de su importancia. «Los mayores siempre pasan antes», confirma Nuria. Y así es. Jesús abre la puerta y empieza a recibir bolsas vacías que sus colaboradores llenan de comida. «A veces hay más, a veces hay menos, pero es una ayuda vital que nos permite subsistir», agradece Nuria antes de recibir su remesa.