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Análisis

Semana ‘botánica’ clave tras un mes frenético

El serial de desencuentros deja una ruptura emocional difícil de reparar, aunque Puig y Oltra intentarán recomponer la imagen de socios

Puig y Oltra, el jueves en el pleno de las Corts.

Mónica Oltra y Vicent Soler comparecían ante la prensa el 30 de octubre para presentar, sonrientes, el proyecto de presupuestos de la Generalitat de 2021. Lo habían acabado de pactar menos de tres horas antes, cuando las cifras ya se habían dado a grabar a los funcionarios de Hacienda, así que el documento que en ese momento se publicaba en la web incluía datos incorrectos de la conselleria de Oltra, la que había mantenido el pulso hasta el final.

La vicepresidenta estalla esa misma tarde, al comprobar los números, que poco tienen que ver con los que esa misma mañana habían llevado los suyos a la comisión delegada de Hacienda, donde se había cerrado el acuerdo. A partir de aquí, se cruzan dos versiones. Según los socialistas, el pacto era llevar el lunes siguiente una corrección de errores a las Corts y añadir 21 millones el año próximo mediante una modificación de créditos. Según el equipo de la líder de Compromís, la cantidad debía ser incorporada ya.

A partir de ese momento comienza el primer episodio del más sonado desencuentro público del Consell del Botànic en cinco años. Un mes frenético en el que el conflicto ha ido tomando matices distintos sin encontrar solución y que ha evidenciado el desgaste de la coalición de izquierdas. Tras la pugna con Hacienda, el foco pasó a la distancia personal con el president, al que Oltra desveló que había pedido un encuentro hace semanas y no se había producido, y más tarde la fractura ha pasado a ser cuestión de partidos. Compromís ha dado esta semana respaldo oficial en las Corts a la tesis de su líder (y vicepresidenta) de que falta diálogo en la toma de decisiones.

«Cogobernanza, sí; copresidencia, no», replican en la cúpula socialista. Ponen como ejemplo el último acuerdo sobre las enmiendas al presupuesto, que incluye una subida de impuestos a las rentas más altas que Puig no quería por el riesgo al respaldo de Ciudadanos y los empresarios a la política de salida de la pandemia. Pero cedió y se pactó finalmente, dicen. Como así ha sido desde 2015 en cada presupuesto, algo que no sucede en otras autonomías con gobiernos de coalición.

La batalla pública se desencadenó hace un mes precisamente por las cuentas y un elemento a tener en cuenta es que este ha sido el primer año en que Oltra no ha llevado la voz de todos los consellers de Compromís en la negociación final. Ellos ya habían cuadrado sus ingresos de antemano con Hacienda en esta ocasión.

Tras un mes de tensión sin tregua llega la oportunidad de la reconciliación. Los tres partidos del Botànic se reunirán el próximo miércoles. No aparece en el orden del día, pero el motivo principal del encuentro es empezar a cerrar el conflicto. Puig y Oltra han quedado además para verse: el encuentro solicitado por la vicepresidenta cuya trascendencia rebajan en el Palau (ha habido dos citas informales desde septiembre y una comida privada con otros representantes de los partidos, apostillan).

Es más que posible que salgan nuevos compromisos de estas dos convocatorias, pero las últimas semanas dejan una ruptura emocional difícilmente reparable. Es la afirmación de un colaborador de Puig. Para explicarlo, dibuja el contexto quebrado: una situación mejor que el resto de autonomías en la incidencia de la pandemia; el presupuesto más alto de la historia para la reconstrucción; acuerdos de recuperación firmados con agentes sociales, partidos e instituciones, y sintonía con el Gobierno de España, que ha inyectado fondos extraordinarios y ha mejorado como nunca el presupuesto valenciano de inversiones para 2021. Ese paisaje, subrayan, ha quedado desdibujado ante una pelea interna que ha dado munición a la oposición para desacreditar una gestión que era puesta como ejemplo. Hasta hace poco.

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