Llaman a la puerta. Es Nochebuena y Roberto Terradez piensa que al fotógrafo que fue hace un rato a ilustrar la solidaridad que ha despertado su historia en toda España se le ha olvidado algo. Pero no es él. Es una mujer, viene de parte de una parroquia cercana y le trae una cena de Nochebuena de la que hace buena cuenta. «Es increíble lo que me está ayudando gente anónima. Estoy abrumado», asegura.

Las muestras de solidaridad no han cesado desde que Roberto Terradez contara su historia en Levante-EMV. Parado de larga duración, no ha podido levantar cabeza desde la crisis de 2008. En 2010 (con 48 años) tuvo su último empleo -como profesor de español- y comenzó a «tirar» de ahorros. Los 24.500 euros que había conseguido ahorrar le duraron una década. Luego vendió los muebles, el equipo informático y hasta el espejo del baño. Cuando ya no pudo afrontar sus facturas buscó ayuda y contó su situación en las páginas de un periódico. Y un mes antes de que llegara la Navidad se hizo el milagro.

Decenas de personas se han puesto en contacto con Roberto para ofrecerle ayuda de todo tipo. Si Roberto fuera un caradura, su vivienda estaría hoy repleta de electrodoméstico y muebles que si no usa, bien podría vender por internet o al menos intentarlo. Le han ofrecido de todo. Pero no. Roberto no es así. Roberto guarda el dinero que ha recibido (unos 2.500 euros) para administrarlo durante los meses que siga sin ingresos ya que, aunque ha solicitado el Ingreso Mínimo Vital (IMV) su expediente sigue «en tramitación».

Navidades con estrella para Roberto

Muchas personas anónimas le han llamado para ofrecerle ayuda o interesarse por él. Sin embargo, quienes aún no se han puesto en contacto con él son los Servicios Sociales municipales, a pesar de dar sus datos el 3 de diciembre con el compromiso de que ya le llamarían. No ha sido así y Roberto sigue esperando la ayuda pública ya que «me dijeron que no volviera al centro, que ellos me llamarían y yo hago lo que me dicen así que sigo esperando».

Consumos mínimos

No quiere incrementar las facturas de la luz (por las que paga unos 20 euros) así que su consumo es mínimo y hasta que no consiga un empleo o reciba alguna ayuda que le asegure unos ingresos fijos no quiere electrodomésticos que le aumenten el consumo. Con lo que tiene, se apaña. Su móvil no funciona muy bien, pero no quiere comprarse uno nuevo por el mismo motivo: el que guarda siempre tiene. Hace unas semanas recibió una llamada desde A Coruña. Era la madre de Ariadna, una cría a la que sus padres le habían regalado un móvil nuevo. Ella se lo quería regalar a Roberto. Él se negó. «Le dije que me mandara un dibujo y que sacara buenas notas», explica.

Le han traído cestas de navidad, cajas con alimentos, botellas de vino y hasta un jamón. Su despensa es mucho más abundante que cuando hace un mes solo tenía un euro en la cuenta bancaria y un paquete de galletas. «Vino una pareja diciendo que su hijo, que estaba con problemas y no podía venir, me enviaba un jamón. Igual que los zapatos que llevo, que también me los han enviado», asegura.

Un grupo de alumnos y de exalumnos de un colegio de Torrent le pagaron las facturas de la luz que tenía pendientes y un poco más de dinero para pagar recibos futuros. Fue una de las primeras ayudas que recibió. El padre de un alumno del mismo centro le ha dado un ordenador. Ese sí lo ha cogido Roberto con mucha ilusión.

Y es que el hombre buscaba trabajo desde su móvil, en la calle, de pie y conectándose a la red wifi de los locales cercanos. La profesora que ha organizado la ayuda le hizo entrega hace unos días de un sobre con dinero para que pueda también pagar una conexión a internet desde su domicilio y unas sillas para «buscar empleo en condiciones». Ayer, además, mientras se realizaba esta entrevista en el domicilio de Roberto, la profesora le llamó. «Roberto necesita también compañía, ver que no está solo y que nos preocupamos por él», explica.

El hombre visitó ayer a su padres en el cementerio. Así celebra la Navidad desde hace años. Aún los echa de menos. A diario. Asegura que su Navidad ha sido bien diferente gracias a la solidaridad de la gente. «Me han dado ánimo y autoestima, que me hacía falta», concluye. Podría gastar parte del dinero y darse un homenaje en Navidad. Pero no. Roberto comió ayer un bocadillo de atún.