La pandemia se ha notado especialmente en la ciudad de València, que en algunos momentos ha acumulado uno de cada cinco contagios de la Comunitat Valenciana. La capital ha sido, por tanto, la más castigada también en el apartado económico, pues su potente sector servicios, sobre todo el turismo, la hostelería y el ocio nocturno, han sido los más afectados por el confinamiento, primero, y por las limitaciones después, limitaciones que aún duran y que no acaban de ver su final. Y eso por no hablar de las Fallas, que tuvieron que ser suspendidas en toda la provincia cuando ya se habían disparado diez mascletades, dejando colgados a gremios tan importantes en València como la pirotecnia, la música, las flores y, por supuesto, los artistas falleros. Hemos asistido este año a imágenes tan insólitas como quemar a altas horas de la madrugada y sin público trozos de falla que no pudieron retirarse, todo ello para evitar aglomeraciones. Solo en 1886 por una cuestión fiscal, en 1896 por la Guerra de Cuba, y en los tres años de la Guerra Civil había dejado de plantarse.

Para atender a los enfermos, a los sintecho o a las familias más vulnerables, en València se ha hecho de todo, como por ejemplo montar albergues de la mano del Ejército en los polideportivos de la Petxina o del Cabanyal, y repartir alimentos en los núcleos chabolistas de la mano de Cruz Roja. Para los autónomos y las pequeñas empresas, que engloban el comercio y la hostelería, se han habilitado líneas de ayudas que aún siendo complementarias de otras, han resultado «insuficientes» para los afectados. 

También se ha dado licencia para 600 nuevas terrazas y se ha permitido bajar sillas y mesas a la calzada para ganar espacio y compensar el distanciamiento obligatorio de mesas, una medida que, según han dicho ya los responsables municipales, seguirá vigente cuando acabe la pandemia.

Y por lo que a las Fallas se refiere, la situación ha sido y sigue siendo de incertidumbre. Cuando se suspendieron, el alcalde, Joan Ribó, anunció que se aplazaban al mes de julio, esperando que para entonces todo hubiera pasado. Pero eso no fue así y se pensó en septiembre u octubre, pero eso tampoco pudo ser y finalmente se suspendieron hasta 2021, cuando el problema sigue vivo y la incertidumbre sigue siendo la tónica dominante en todos los sectores y ciudadanos de la capital.

El robo y un incendio sacuden a la EMT



Desde el punto de vista político, la corporación municipal ha estado muy pendiente de la EMT, primero por la comisión de investigación sobre el robo de 4 millones mediante una estafa telemática en septiembre de 2019, y más recientemente por el incendio de las cocheras de San Isidro y la destrucción de una veintena de autobuses. La comisión acabó finalmente con el gerente de la entidad, Josep Enric Garcia Alemany, que dimitió días antes del veredicto final. Y del incendio, aun están calientes los rescoldos. Políticos.