Una mujer cruza la calle Manuel Iranzo. A la izquierda, Alfafar; a la derecha, València. | M. D.

Confinamiento perimetral se entiende en un espacio que, cuanto más compacto sea, más fácil es de controlar. En una ciudad de gran tamaño, como València, pretender evitar el flujo de entrada y salida de vecinos, despistados, necesitados o insolidarios, no es fácil y la consecuencia de ello es que, quiérase o no, el confinamiento es poroso. Pero las ciudades están llenas de caprichos geográficos, por lo que con muchas las excepciones que pueden afectar a vecinos, generalmente pocos, en los vericuetos del término municipal.

«Pues no: voy ahí, aunque esté en Alfafar». Y nadie le puso ningún pero porque ningún control hubo para que los vecinos de Camañez pudieran satisfacer sus necesidades con proximidad. Es un pequeño barrio dentro de una pedanía. Una manzana disociada de La Torre que comparte con Alfafar la calle Manuel Iranzo. Una acera para cada uno. A apenas cien metros, pero en Alfafar, hay un supermercado. Si tuviera que hacer caso a las indicaciones del confinamiento, tendría que desandar un kilómetro y cruzar una vía semirápida para encontrar los servicios básicos en el pueblo.

Demasiado tentador saltarse el confinamiento perimetral por el que nadie les ha pedido explicación. Y, sobre todo, cuando en sus cuatro paredes apenas hay un locutorio, una carnicería árabe, algún taller, un bar que ahora sirve por encargo, una tienda de tiro con arco, el casal de la falla y muchas plantas bajas vacías.

En un mundo aparte

Un confinamiento casi permanente es lo que vive el medio centenar de vecinos de Mahuella, pero porque viven prácticamente en un mundo aparte. David es uno de los pocos jóvenes que viven: «Me firmaron el papel en el trabajo y lo tengo por si me paran para volver aquí». Es un pequeño paraíso rural de la ciudad, dependiente de Cases de Bàrcena y rodeado por los términos de Albalat dels Sorells y Albuixech, en l’Horta Nord. Tampoco ha ido a controlar que nadie salga ni se les espera. Pero su aislamiento es, precisamente, su mejor argumento: «casi toda la gente que vive aquí son personas mayores, pero no recuerdo que haya habido ningún caso de covid. Cada uno está en su casa y muy poca gente bajamos al centro». Técnicamente no deben salir de sus cuatro paredes. «Pero es que tampoco se sale prácticamente y las necesidades las cubrimos en los pueblos de al lado». Precisamente, vecinos de las poblaciones cercanas pasan por allí, a pie o en bicicleta, viviendo en otra realidad.