Una guitarra estratosférica

Ocho de cada diez personas que piensan en una guitarra eléctrica imaginan una Fender Stratocaster.

Kurt Cobain

Kurt Cobain / Levante-EMV

Fernando Soriano

Fernando Soriano

Hace unos años, un estudio de la Itchycoo Park University reveló que ocho de cada diez personas que piensan en una guitarra eléctrica imaginan una Fender Stratocaster. De las dos que no lo hacen, una es Lester Polsfuss y la otra, un extraterrestre ladrón de cuerpos. Esta herramienta fundamental para entender el rock and roll, que en 2024 cumple 70 años, nació como una evolución más cómoda que la Telecaster, que era básicamente un tablón que se te clavaba en las costillas. Se le rebajó y contorneó el cuerpo de madera maciza para que se acoplara mejor a la fisionomía del músico y se le añadieron tres pastillas de bobinado simple que la dotaron de una gama de sonidos rica, luminosa, versátil y extensa. Era atractiva, futurista y brillante. Y, pese a todo, no fue un éxito instantáneo. Los guitarristas preferían los sonidos más reconocibles, dulces y tradicionales de los instrumentos huecos o semihuecos.

Nuestra cumpleañera comenzó a ganar popularidad con la explosión de la música surf en California a principios de los 60. Dick Dale, que recibió la suya de manos del mismísimo Leo Fender, era especialista en extraer de ella fraseos rápidos, torrenciales y contundentes que evocaban la sensación de ir cabalgando las olas del Pacífico sobre una tabla. La revolucionaria palanca de trémolo que incorporaba convirtió su sonido en un icono de los surferos. Hank Marvin, de los Shadows, también fue uno de sus grandes valedores. Después llegó Jimi Hendrix, aquel huracán zurdo de dedos larguísimos, y todo cambió para siempre. Blues, rock, heavy, soul, psicodelia, funk o pop: la cornúpeta demostró valer para todo.

Juanma Pastor, de los valencianos Johnny B. Zero, es uno de esos pocos sujetos dotados de un talento especial para exprimir todo el potencial de una Fender Stratocaster. “Empecé a tocar después de enamorarme del sonido de Jimi en Monterrey. Es una guitarra icónica para cualquier joven que empieza en esto. Clapton tenía su Blackie durante los años 70, en la época que a mí más me gusta, aunque antes, con Derek and the Dominoes su sonido con la Strato ya era espectacular. Rory Gallagher, que también me encanta, se hizo con la primera que entró en Irlanda, según cuenta la leyenda. Ry Cooder, que tiene uno de los sonidos más increíbles que existen en el planeta, también brillaba por su tono”, explica Juanma, que remarca que, en muchas ocasiones, los intérpretes modificaban las pastillas de sus instrumentos para obtener rendimientos distintos a los estándares propios de fábrica.

Le digo que durante años, y pese a mi afición por guitarristas de Strato como Stevie Ray Vaughan, Jeff Beck, Mark Knopfler o Ritchie Blackmore, le cogí una manía terrible y que me encantaba ver como Kurt Cobain las destrozaba en el escenario. Juanma me psicoanaliza gratis. “Claro. En los noventa, con la popularización del rock alternativo se rechazó lo icónico y se buscó lo peculiar y lo distintivo. La Strato se devaluó en el imaginario colectivo y se reivindicaron las Jazzmaster, las Jaguar o la misma Telecaster para romper con lo tradicional y lo masivo”. Vamos, matar al padre.

Nuestra protagonista es cómoda, ligera y blandita, de acuerdo, pero con un carácter exigente. “Es la más difícil de tocar, pero también la más completa. Es la que más responde a la dinámica: si le pegas fuerte, suena fuerte, si le pegas suave, suena suave. Es una de sus principales características. Obtienes de ella una respuesta a tu manera de tocar, por lo que hay que trabajarla mucho. Se lucha más con la Strat que con otras guitarras. Necesita mucho trabajo de manos y dedicación”, subraya.

“La Telecaster te ofrece un campanazo instantáneo. La Les Paul tiene un sonido más grande, pero comprimido, y no se comporta igual que la Strato, que responde mucho a mi sensibilidad y a mi manera de tocar. Es muy expresiva y me encanta su sonido. Gracias a ella hago mía cualquier influencia, desde Lennon hasta Radiohead. Respeta mi propia personalidad”, subraya. Stratos famosas ha habido muchas, pero para acabar, ahí van mis dos favoritas: la de David Gilmour, de cuyo cuerpo completamente negro salió el mejor solo de toda la historia en “Comfortably Numb”, de Pink Floyd, y en sus antípodas estéticas, la Rocky de George Harrison. Para gustos, lo colores, y esta tiene 17, nada menos.