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Segundo Ramadán en pandemia

La comunidad musulmana pide a las Administraciones flexibilidad para rezar en las mezquitas por la noche «con todas las medidas de seguridad»

La carnicería Albaraka halal se prepara para abastecer de carne, dulces típicos, especias y otros alimentos a los practicantes del Ramadán. | JOSÉ MANUEL LÓPEZ

El coronavirus volverá a estar presente en el Ramadán por segundo año consecutivo para las más de 200.000 personas musulmanas de la Comunitat Valenciana. El ayuno sagrado que se realiza desde el alba hasta que se pone el sol y que se rompe al caer la noche con el iftar (comida de ruptura de la abstinencia de alimentos y bebida) se verá afectado por las restricciones de movilidad nocturnas y de reunión.

El mes del Ramadán -uno de los cinco pilares del Islam- de este año comenzará el martes 13 de abril y durará hasta el 13 de mayo en un ritual espiritual que se adelanta cada año 12 días y que se guía por los cambios del calendario lunar. La celebración es tradicionalmente colectiva, en comunidad. Las familias se reúnen alrededor de una mesa cuando el sol se esconde después de todo un día de ayuno para romper la abstinencia y dar las gracias.

Pero la pandemia dificultará la celebración de un rezo voluntario (más allá de los cinco obligatorios del día) y que se celebra solo en el mes de Ramadán, el tarawih. La ceremonia acostumbra a hacerse dentro de las mezquitas, en comunidad, y a pesar de que no es un rezo obligatorio, pocos se saltan este momento de fe compartida. Así, las restricciones de movilidad horarias —en la Comunitat Valenciana es a partir de las 22 horas— y de reunión mermarán la actividad.

De hecho, desde el Centro Islámico de València, Cherifa Ben Hassine, apunta que no se realizará el tarawih habitual en la mezquita, pero sí un rezo previo al toque de queda, «con todas las medidas de seguridad. No queremos ser causa de extender contagios», apunta.

Excepciones

Desde la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (Feeri), se insta a las Administraciones a que sean flexibles y acuerden «coordinar las posibles aperturas y cierres excepcionales durante el sagrado mes de Ramadán» de los lugares de culto para poder rezar el tawaih.

Entretanto, la comunidad musulmana de la Comunitat ya comienza los preparativos para afrontar un mes de ayuno en el que, entre otras cosas, empatiza con las personas que no tienen nada que llevarse a la boca, aunque tras la puesta del sol en los hogares musulmanes es habitual encontrarse una gran mesa repleta de comida.

De igual modo, los establecimientos comerciales de alimentación halal se preparan para abastecer a las familias que en València romperán el ayuno, aproximadamente a partir de las 20:30 horas este año. Estos son comercios que venden productos conforme la ley islámica y alimentos típicos de los países árabes más demandados estos días.

Mouin Balbaki lo sabe bien. Regenta la carniceria Albaraka halal, la primera que abrió en València hace 31 años cuando él y su familia llegaron desde Siria. Llevan semanas preparando todos los alimentos que se precisan para abordar el día entero de ayuno y poder recuperar fuerzas durante la noche. «Aunque vendemos carne y productos sirios, durante el Ramadán también ofrecemos pan, dulces y el producto estrella de este mes espiritual: los dátiles». Según explica Mouin, trae este último alimento de muchos países para que las personas musulmanas en València tengan la variedad de su tierra. «Túnez, Siria, Argelia, Irán, Arabia Saudí...es un alimento muy demandado», apunta Balbaki.

Agradecimiento y conciencia

Layla Balbaki es su sobrina. Tiene 23 años y es graduada en Ciencia y Tecnología de los Alimentos. Habla con Levante-EMV del Ramadán de este año y recuerda el del año pasado. «Estábamos confinados y hacer repostería nos sirvió para tener postres para el iftar», comenta. Hace un paralelismo con la Navidad, en el sentido de que es un tiempo para compartir con la familia y los amigos. «Rezamos, leemos el Corán o hacemos manualidades en familia».

Layla también destaca la importancia de la gratitud, «ayunamos sabiendo que cuando se vaya el sol tendremos un plato en la mesa, eso te hace más consciente de lo que tienes y más agradecida». Las personas enfermas, mayores o mujeres embarazadas no ayunan, pero a cambio cumplen otro de los pilares del Islam, la limosna.

«Han de pagar un plato a aquellos colectivos sin recursos, es otra forma de participar», recalca. Aunque parezca una tarea dura la de ayunar durante todo el día, Layla apunta que el cuerpo de acostumbra. «La primera semana es más difícil, pero al terminar el Ramadán, a veces incluso nos olvidamos de que ya podemos comer de día», ríe.

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