Por primera vez desde la aprobación del decreto de medidas sanitarias del 23 de abril un recinto de conciertos valenciano -el de la Marina Sur- alcanzó el máximo de aforo permitido por la ley: 2.000 espectadores sentados y divididos en cuatro «plateas» de 500 sillas cada una con su propio acceso, barra y zona de baños. Y sucedió, además, por partida doble gracias al tirón de la formación protagonista de ambos conciertos, Love of Lesbian, que presentó en València su nuevo disco Viaje épico hacia la nada.

«Todos sentados... Parece un congreso de cirujanos», bromeó sobre el escenario Santi Balmes, líder de esta banda, que ofreció dos conciertos, uno a las 16 horas y otro a las 20 horas en la Marina Sur (un espacio capaz de albergar sin pandemia actuaciones de 18.000 espectadores, es decir llegó al 11%).

Fue el segundo concierto del ciclo ‘Nits del Carme, que dio comienzo el viernes con La Pegatina. Sin embargo, a diferencia de Love of Lesbian, este grupo no pudo colgar el cartel de «no hay entradas». El primer concierto tras el estallido de la covid acerca la normalidad en pleno proceso de vacunación.

Las restricciones horarias y la necesidad de realizar accesos y salidas escalonadas del público llevaron a que tanto el pase de las 16 como el de las 20 horas duraran algo menos de dos horas, por debajo de lo habitual en un concierto de la banda.

Love of Lesbian en el escenario de la Marina de València. Francisco Calabuig

La segunda de las actuaciones terminó a las 21.50 horas y no se pudo evitar que parte de los espectadores se marcharan antes para no incumplir el toque de queda, ni tampoco que se formaran retenciones de tráfico alrededor de la Marina.

La promotora de Nits al Carme, BS Entertainment, lamentaba ayer que el cambio de normativa tras el último decreto les había obligado a reorganizar la venta de entradas (una 500 personas resultaron perjudicadas) y reordenar la disposición de los asientos por parejas y con metro y medio de distancia a su alrededor. A causa de este cambio en la norma, la organización tuvo que devolver 500 entradas, ya que se habían vendido 2.500.

El recinto se dividió en cuatro espacios, con 500 personas en cada uno. Cada una de estas zonas contaba con un acceso independiente, barra de bebidas y baños propios. Los asistentes tuvieron que permanecer con mascarrilla. Solo pudieron quitársela para consumir, con un máximo de 20 minutos. Estaba prohibido fumar.

Prueba piloto

La banda barcelonesa tiene experiencia en este tipo de hitos pandémicos. A finales de febrero ofreció un concierto en el Palau Sant Jordi ante 5.000 espectadores que se libraron de mantener la distancia de seguridad al haberse sometido previamente a un test PCR. Solo seis personas desarrollaron la enfermedad y ahora la Conselleria de Cultura estudia repetir la experiencia en València pero con más espectadores y al aire libre.