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Análisis

Cambio de esquema en el PSOE

El fin político de Susana Díaz entierra la división entre ‘sanchismo’ y ‘susanismo’ y sitúa al partido en una dinámica diferente favorable de momento a Puig, que confía ahora en ganar un aliado estratégico en Andalucía

Juan Espadas abraza el domingo a Susana Díaz tras derrotarla en primarias. | EFE/CARO

Juan Espadas era el candidato de las primarias andaluzas más cercano a Pedro Sánchez, pero no es un sanchista de pura cepa, de aquellos que lo acompañaron en el purgatorio después de ser apartado de la secretaría general del PSOE. El hoy alcalde de Sevilla estuvo en el otoño de 2016 entre los críticos con el ahora presidente del Gobierno. Por ello, su victoria el domingo y, sobre todo, la derrota de Susana Díaz marca un fin de ciclo y el comienzo de un estadio nuevo. Las casillas de sanchistas y susanistas quedan desfasadas para perfilar el mapa de poder socialista. Ni siquiera Espadas tendría un encaje fácil en esa clasificación.

Los paradigmas para situarse hoy en el tablero del socialismo son otros. La lealtad con Sánchez cuenta, pero aparecen nuevos elementos para situarse en la estructura de poder. Uno de ellos es la victoria en elecciones. Espadas no tiene pedigrí de sanchista de primera ola, pero ha ganado la alcaldía de Sevilla en dos ocasiones (y se ha alejado de Díaz, se ha adaptado al orden que dictaron los militantes).

Este perfil, como es obvio, tiene similitudes con el de Ximo Puig. El líder del PSPV no solo cuestionó a Sánchez en su primera etapa en Ferraz, sino que participó activamente en el movimiento para apartarlo de la secretaría general. Sin embargo, cinco años después, ha reconducido la relación con el triunfador en las primarias de 2017. Ahora el contacto es directo, sin intermediarios, con Sánchez. Las victorias electorales de Puig y el alineamiento de estrategias políticas (en especial tras el Gobierno de coalición con Unidas Podemos) lo han situado hoy como uno de sus puntales territoriales.

Tras las primarias de 2017, la relación de Puig con Díaz se había enfriado hasta ser inexistente en los últimos tiempos, aseguran sus colaboradores. En este sentido, la irrupción del alcalde de Sevilla aparece ahora como oportunidad para el líder del PSPV.

El nuevo liderazgo en el socialismo andaluz abre la puerta a la búsqueda de un aliado en el sur dentro del plan del Consell de tejer una red de apoyos en el Mediterráneo que pueda compensar a Madrid y otras áreas de influencia (el bloque atlántico) en los grandes debates de futuro: la financiación autonómica y la solución al conflicto de Cataluña.

Baleares es pieza clave en esa red (esta semana se preparan avances) y también Puig pretende descongelar la relación con el nuevo Govern catalán si la vía del reencuentro con el Gobierno de España progresa, como publicó este diario el pasado domingo. Andalucía completaría un anclaje por el sur. Ahora ya existe una relación institucional con Moreno Bonilla (PP), pero podría ir más allá con el impulso del PSOE y si Espadas gana la presidencia.

El cambio de esquema que se vislumbra desde hace tiempo obliga también a resituar las relaciones internas de poder en el socialismo valenciano. El sector más próximo al ministro Ábalos (heredero del sanchismo) está especialmente activo los últimos días pidiendo a Puig que integre para evitar una alternativa. La clave es si esta se sostendría con los esquemas actuales.

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