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El peligro de incendios se atenúa por la abundancia de lluvias

Ingenieros de montes advierten de las deficiencias en la gestión forestal

Unos operarios trabajan en Serra en la limpieza de los barrancos. | AYUNTAMIENTO DE SERRA

Cada verano, los servicios de emergencias viven en permanente estado de alarma. La amenaza del fuego no permite bajar la guardia nunca. Tras un 2020 muy atípico en todos los sentidos, la temporada estival de 2021 parece que repetirá el mismo patrón. Las abundantes lluvias de la primavera volverán a ser las mejores aliadas de los bosques. El año pasado, según cifras oficiales, se declararon 252 incendios forestales en la Comunitat Valenciana que afectaron a unas 700 hectáreas. Fue el ejercicio con menor número de incendios registrados desde 1986.

Para el decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes, el valenciano Eduardo Rojas, estamos ante un verano «muy parecido al que vivimos en 2020», ya que climatológicamente «estamos viviendo un ciclo húmedo y eso ayuda mucho cuando llega la temporada de incendios». «Otros años secos hemos visto que en abril o mayo ya se habían declarado unos cuantos fuegos, pero afortunadamente no estamos en esas», explica Rojas.

Para el decano de los Ingenieros de Montes, a no ser que se produzcan «episodios largos de viento de poniente» y tormentas secas, el verano no parece que vaya a ser, a priori, complicado. Después del trienio seco de 2016 a 2018, con un aumento reseñable de los incendios, desde 2019, el ejercicio previo a la pandemia, se viene registrando un descenso por el cambio de cliclo.

María González, profesora asociada en la Universitat Politècnica de València y doctora ingeniera de Montes, coincide en parte con Rojas «porque ha llovido bastante en primavera». Y también en que la llegada de miles visitantes a las zonas forestales este verano, como ya sucedió el pasado año, no es un indicador de riesgo de incendios. «Siempre hay accidentes e imprudencias, pero no están entre las principales causas», aclara Rojas.

Sin embargo, María González advierte de que si viene un verano «como el que dicen muy cálido, obviamente va a complicar la temporada». «Las lluvias también han ayudado a que la vegetación baja crezca rápidamente, y eso cuando hay un incendio aumenta el riesgo de propagación vertical al unirse al fuego de las copas», analiza.

La Generalitat Valenciana ha anunciado este año que destinará 89 millones de euros para la campaña de extinción de incendios forestales de verano. En total serán 432 las personas que se dedican a las labores de extinción, entre medios terrestres y aéreos. Ni Eduardo Rojas ni María González entran a calificar el dispositivo porque entienden que es el adecuado, pero ambos ponen el dedo en la llaga de la gestión forestal.

«El problema es el estado de los montes, se ha hecho un esfuerzo mínimo y a veces contradictorio por parte de la Administración. La gestión forestal está cada día más abandonada, y al final alcaldes y propietarios no quieren cortar árboles por la presión del mundo ecologista, que a su vez entra en muchas contradicciones internas», considera el decano Eduardo Rojas.

Actividad económica

María González, que además lidera junto a Antonio del Campo el proyecto europeo Life Resilient Forests para la gestión de bosques, comparte análisis. «Meter una motosierra en el monte en muchos sitios está mal visto, y es porque no se explica o no se sabe explicar la necesidad. Una gestión sostenible produce bienes y servicios de muchos tipos: no solo evitas incendios, sino que estás incrementando la biodiversidad, estás protegiendo el carbono, calculando la provisión de agua, generando un actividad económica a través de la biomasa y propicias bosques resilientes», explica.

«Ahora apenas se realizan labores de gestión, porque la mayoría de los recursos se destinan a evitar los incendios», recuerda la ingeniera de Montes, que asegura que los bosques en la Comunitat Valenciana «tienen un problema, y es que no tenemos una calidad de estación suficiente».

Eso significa que, debido a la falta de agua, los bosques no producen suficiente masa forestal como para poder explotarlos económicamente, una labor que además permite mantener los montes con un buen equilibrio. «Al final este trabajo recae en el sector público, que quiera y pueda hacer esa gestión, pero muchas veces no se hace», lamenta la ingeniera María González.

Serra pone en marcha el proyecto Resilient Forests para aprovechar recursos

El proyecto Life Resilient Forests que desarrolla la Universitat Politècnica de València, quiere ofrecer una herramienta eficaz para la gestión forestal. Este programa está ya en fase de aplicación de una herramienta informática que diseña de manera integral cómo debe ser la gestión de bosques. «Una herramienta que tiene en cuenta el riesgo de incendio, la biodiversidad, el secuestro de carbono, la provisión de agua, la resiliencia ante el cambio climático y no solo la gestión de la biomasa», describe la investigadora María González, que junto a Antonio del Campo lidera el proyecto. En este sentido, la profesora informa que ya se está implementando en la localidad de Serra (socio del proyecto). «En Serra ya les están dejando hacer gestión forestal. El pueblo tiene una masa forestal importante, muy cerca del núcleo y es importante hacerla. Y además la madera que cortan sirve para hacer pellet, que se reutiliza más tarde como combustible de las estufas», explica.

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