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La pandemia dispara la anorexia entre las chicas más jóvenes

Los especialistas alertan de casos más graves, ya que atienden a niñas de entre 11 y 13 años que llegan con una pérdida de peso tan fuerte que en ocasiones requiere de su hospitalización

La edad media de las pacientes con anorexia está bajando en esta pandemia. | ANTONIO AMORÓS

La pandemia está pasando como un rodillo por la salud mental de niños y adolescentes, y uno de los problemas que más se está agudizando es el de los trastornos de la alimentación, como la anorexia y la bulimia.

Psiquiatras, pediatras y asociaciones de pacientes advierten de que los casos se están duplicando y de que el perfil de las pacientes está cambiando. Si antes se daba mayoritariamente en chicas de 15 o 16 años, «ahora estamos atendiendo también a pacientes de entre 11 y 13 años», explica Yolanda Quiles, gerente del centro asistencial Crea, una spin-off de la Universidad Miguel Hernández de Elx dedicada al tratamiento de trastornos de la conducta alimentaria.

El pasado mes de noviembre fue cuando empezaron a notar el aluvión de consultas y detrás de cada drama familiar, siempre se repite la misma frase. «Todo empieza con el confinamiento, coinciden en decirnos todas las pacientes». Después de los meses de encierro es cuando los padres empiezan a notar que el cuidado por la alimentación se ha vuelto obsesivo o que el interés por hacer ejercicio y por mantenerse en forma se lleva a un extremo desmesurado. El trasfondo, casi siempre es el mismo. «Las pacientes no se sienten bien porque no pueden controlar lo que está ocurriendo a su alrededor. Controlar el cuerpo y el peso es una forma de sentirse mejor, porque tienen la sensación de que controlan algo», explica Quiles.

Junto a la caída en la edad media de las pacientes, en femenino porque éste sigue siendo un problema mayoritario de chicas, llama la atención de los profesionales la gravedad de los casos. «Hemos atendido a chicas en primera consulta que estaban tan mal que directamente las hemos mandado a hospitalizar porque si no se recuperan nutricionalmente es muy difícil llevar a cabo una intervención». Hasta centros como Crea llegan familias totalmente desbordadas e impotentes por no haberse dado cuenta antes de lo que ocurría. Algo en lo que tiene mucho que ver la actual tendencia a cuidarse en la que vivimos inmersos como sociedad. «En general estamos tan obsesionados por el ejercicio y la comida saludable, que cuando nuestra hija nos dice que en lugar de empanado, el filete lo quiere a la plancha, pues no le damos importancia. Es más, nos alegramos y lo vemos más sano». Así, poco a poco la bola de nieve se va haciendo más grande «y llega un momento en el que sumas todas estas situaciones y te das cuenta de que hay un problema».

La presidenta a nivel nacional de la Sociedad de Psiquiatría Infantil, Azucena Díez, señaló este miércoles con motivo de un congreso de la Asociación Española de Pediatría (AEP), que estamos asistiendo a «una verdadera avalancha», hasta el doble de casos, de trastorno de conductas alimentarias sobre todo restrictivos y, fundamentalmente, en chicas. Son adolescentes que deciden dejar de comer por aburrimiento, falta de estímulos o por un reto con una amiga y son cuadros de anorexia «mucho más graves» según la experta, ya que si antes de la pandemia con estas conductas las menores perdían alrededor de entre un 10 y 15 % de su peso, ahora se estima entre un 30 y 35 %. Son unos trastornos «tan severos» que ponen en riesgo la vida de las adolescentes que lo padecen.

En las asociaciones de pacientes de Alicante, idéntica situación. «Las llamadas para primeras consultas casi se han duplicado y también estamos recibiendo muchas peticiones de ayuda por parte de profesores y orientadores que están preocupados por casos que detectan en los colegios», señala Marian Pomares, trabajadora social de Adabe, la Asociación de Anorexia y Bulimia en Elx. En esta entidad han detectado un aumento de casos de anorexia nerviosa, por restricción, por atracón y también de bulimia. «Las familias llegan muy angustiadas, porque no saben si lo que está pasando es grave o no». La presidenta de esta asociación, Mercedes Marco, reclama que de una vez por todas Alicante cuente con un hospital de día para este tipo de trastornos. Valencia y Castelló sí que cuentan con esta instalación, que sirve de recurso intermedio entre el hospital y el domicilio.

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