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OCIO JUVENIL

Un mundo más allá del botellón

Asociaciones, ayuntamientos y Generalitat buscan fórmulas para reorientar el ocio ante el repunte de contagios entre los jóvenes

Un mundo más allá del botellón

Socializar siendo joven no equivale a beber en grupo, aunque a veces a algunos de ellos les parezca la única salida —y tantos otros adultos identifiquen a todos y cada uno de los jóvenes como seres que se levantan, hacen botellón, duermen y repiten el mismo proceso—. Hay un universo más allá de las litronas, el vodka de garrafón y las bolsas de hielo que se derriten tristemente en el suelo. Las nuevas restricciones de la Generalitat al ocio nocturno y las fuertes multas impuestas a los botellones pueden hacer replantear los planes de verano de algunos jóvenes valencianos.

Esa es una realidad que se repite en zonas como la Plaza Honduras de València, mientras en el resto de España se produjeron situaciones como las fiestas estudiantiles que originaron miles de contagios de covid en Palma de Mallorca, positivos que se diseminaron por el país, incluida la Comunitat. Sin embargo, la otra realidad, que convive con la anterior, es la de muchas otras personas del mismo rango de edad que llevan año y pico de comportamiento ejemplar esperando una vacuna que aún no les llega y que acaban metidas en el mismo saco que los que no cumplen las normas cívicas y sanitarias.

«Se nos está tildando todo el rato a los jóvenes de irresponsables», lamenta la vicepresidenta del Consell Valencià de la Joventut (CVJ), Irene Peris. Ella cree, en primer lugar, que si los jóvenes han salido no ha sido por arte de magia sino porque alguien que no es joven ha dispuesto que podían salir. «Que haya subido tanto el nivel de contagio es precisamente porque no estamos vacunados. No se tendría que haber realizado la apertura sin haber estado todos vacunados», insiste. Ahora, Peris observa que desde ciertos sectores están «echando la culpa» del repunte de casos a todo un sector de la población, al tiempo que la Comunitat está entre las que menos porcentaje de menores de 30 años ha vacunado.

La miembro del CVJ se hace, además, una pregunta: «¿algunas administraciones públicas, al ver estos botellones, no ven que no hay una oferta clara ni accesible de alternativas de ocio?». Desde el CVJ, entidad independiente, intentan detectar planes en toda la geografía valenciana mediante el programa cultural «Viu a l’estiu». «Hay gente que no sabía que existían estas actividades y que nos está llamando para pedir más información. Hay que hacer ver que haciendo otras actividades también te lo puedes pasar bien», asevera Peris. El CVJ prepara, además, una campaña de sensibilización sobre la salud mental de los jóvenes, tocada por la pandemia de covid-19.

Una cuestión histórica

El pasado miércoles se publicó una encuesta de la Asociación de Hosteleros de Blasco Ibáñez-Honduras de València que analizó la evolución de los botellones en la zona y que aseguraba que el 32,88 % de los estudiantes encuestados reconoció hacer botellones en esa zona capitalina con sus amigos.

No obstante, para que exista ese casi 33 %, tiene que haber un 66 % restante. Es por ello que el director del Institut Valencià de la Joventut (IVAJ), Jesús Martín, rompe una lanza a favor de los jóvenes. «Me molesta cómo les estamos mirando, hay mucho adulto haciendo el tonto también y no se están contagiando a ese nivel porque están vacunados», argumenta. En el IVAJ acaban de sacar la campaña #NosaltresSumem, que visibiliza proyectos de voluntariado en los que participan numerosas personas jóvenes.

«Veo muchísima gente joven haciendo cosas guais. En #NosaltresSumem no solo hay una imagen de que el joven está siempre de botellón o saltándose las normas», subraya Martín, quien asegura —a sus 60 años— «confiar muchísimo en las personas jóvenes» y critica la visión estigmatizante de este grupo que se está dando «en los medios de comunicación».

La trabajadora y educadora social Susana Marín ironiza que el debate es tan antiguo que «Aristóteles ya decía que no había nada que hacer con los jóvenes». «Los jóvenes han vivido durante la pandemia un desmantelamiento de sus relaciones sociales de forma brusca». «Botellones ha habido desde que yo era joven, puede haber desmadres pero no son los más numerosos y, además, les hemos dado una visión de aperturismo», recuerda.

Pensar un nuevo tipo de ocio

Marín, profesora asociada de la Universitat de València, apunta a alternativas como el ocio-aventura y a un consumo de alcohol «de manera más reposada». Lo ilustra con el modelo de acampada que se había impuesto en la última década: «muchos municipios de costa han vivido de festivales con acampadas en macroespacios. Eso se ha construido desde la parte adulta, no por ellos, con una visión mercantilista». Marín reflexiona que «tal vez esos modelos se pueden construir de otra manera».

Esas localidades costeras de la C. Valenciana albergan como siempre en verano, además de sus vecinos habituales, a miles de turistas jóvenes de toda España, que llegan con sus padres o con sus amigos.

La incidencia acumulada (IA) es elevada —pero no de las mayores del territorio— en uno de esos destinos turísticos, Canet d’En Berenguer. Allí, la IA es de 354,77. El alcalde de Canet, Pere Joan Antoni Chordá, dice que su playa no ha tenido apenas situaciones con jóvenes bebiendo juntos de manera masiva. «Nosotros les decimos que se pueden hacer las cosas de otro modo, no vale la pena hacer un botellón, tenemos chiringuitos en la arena, hay monólogos en directo...», enumera Chordá, quien reconoce que no esperaba un segundo verano de pandemia tan complicado. Uno de los atractivos con los que han buscado captar su atención este verano es la instalación de food trucks accesibles para sus bolsillos. «No tenemos que darles la espalda sino facilitarles las cosas, pidiéndoles que sean respetuosos», dice Chordá.

Mientras, la ciudad de València ha dejado imágenes de aglomeraciones en lugares regulados y también en las calles, entre ellos algunos botellones. De manera paralela, el cap i casal es uno de los lugares con mayor incidencia acumulada en las últimas semanas en el territorio valenciano, con 785,54 casos por cada 100.000 habitantes. El toque de queda ha regresado a la capital de 1 a 6 de la mañana. La concejala de Acción Cultural, Educación y Juventud, Maite Ibáñez, es consciente de que «hay una necesidad de más oferta cultural y de ocio alternativo». «El objetivo es que eso les conecte con otro tipo de actividad y evitemos el botellón: que se pueda socializar en otro contexto diferente», dice Ibáñez, quien cuenta que el Ayuntamiento de València ya ofrece 1.600 plazas en actividades para personas entre 12 y 30 años, 100 plazas más que el año anterior. La clave, sin embargo, es atraer «especialmente» a aquellos entre 16 y 25. Por ello, están en contacto con el CVJ, algo que desde la entidad juvenil agradecen, al asegurar que siempre reciben sus propuestas «con los brazos abiertos». La concejala de Juventud apunta a que actividades como el cómic manga, la multiaventura, la espeleología, la robótica, el desarrollo de apps y el fútbol femenino pueden reclutar a mucha gente para un «ocio saludable que les dé mayor calidad de vida».

La segunda quincena de julio y el mes de agosto dictarán sentencia sobre si la población respeta la normativa de la Generalitat, que por ahora rige hasta el 25 de julio, y se pueda ver si baja o no el nivel de contagios entre los jóvenes, que no se suele trasladar a las UCI pero sí que alerta. Sin embargo, la pelota está en los dos tejados, no solo en el de los ciudadanos sino también en la de las autoridades autonómicas y la prometida aceleración de la vacunación de los menores de 30 años.

Salas de escape para huir del repunte de la covid y del alcohol

«Sí que es cierto que está habiendo casos de personas de nuestro rango de edad que están tirando hacia ese tipo de ocio, de salir y beber, pero también se puede encontrar este tipo de ocio de las escape rooms y otros más en los que no es necesario depender del alcohol», dice Adrián Torres, que tiene 25 años y va a entrar con su novia, Macarena Martínez, de 28, a la sala de escape The Exit, en el centro de València. En toda la capital hay más de 30 de estos locales, que permiten a los asistentes jugar a una historia inmersiva en primera personas resolviendo pistas para poder salir. Ellos dos son fanáticos de las salas de escape. Dicen que hasta han hecho «turismo de escape room» por España. «De este local solo nos queda por hacer la sala a la que hemos venido hoy, ya hemos hecho las otras». En esta ocasión han venido con dos amigos y pagarán alrededor de 17 euros cada uno por una hora de juego.

«Es un ocio alternativo, una forma de pasártelo bien. Se puede hacer en grupo y no es como quedar para tomar una cerveza porque te lo pasas muy bien pero además también estás dándole al coco», cuenta Macarena sobre la complejidad de los retos que plantean estas salas.

Este verano, Adrián y Macarena harán alguna escapadita más «a alguna cala de Alicante» mientras esperan a que les toque el turno de vacunación. «Ya estamos con ansias de recibir la primera dosis», dice Adrián mientras ríe.

Otra empresa, The Room Escape, es la que eligió Álvaro Martínez, valenciano de 26 años, para ir con su novia y otros tres amigos. Ellos, miembros de la generación Harry Potter, buscaron una sala que tuviera que ver con la saga del joven mago. «Ha sido espectacular, no ha decepcionado, somos muy fans de Harry Potter, sobre todo mi novia, y es como si hubiéramos hecho magia», cuenta con emoción al salir.

Álvaro, ingeniero de profesión, reconoce que en otras ocasiones el plan de la sala de escape sirve de previa a tomar algo en un bar, pero sí considera que es «algo diferente a ir a emborracharte». Además, destaca que se trata de un entretenimiento seguro a nivel sanitario porque se hace en grupo reducidos de amigos «y siempre con mascarilla». «Al final, cuando nos estábamos yendo estaban ya desinfectando la sala», explica. 

En el pasado, Álvaro también ha hecho otras actividades como paintball y laser tag, pero prefiere estas salas que activan la mente porque «son más dinámicas y tienen diferentes temáticas». «Cada vez que vas es como empezar de nuevo», insiste este valenciano.

Al final, mientras escapan de la sala, pueden huir de la covid en las semanas previas a vacunarse. 

Actividades en marcha a pesar de la alta incidencia en Benicàssim

La localidad castellonense de Benicàssim es, junto a Calp y Alboraia, uno de los tres municipios costeros de la C. Valenciana que más incidencia acumulada presenta. Es la única de la provincia de Castelló donde es efectivo el toque de queda de la Generalitat. Cercana a los 1.000 contagios por cada 100.000 habitantes, Benicàssim sigue adelante con festivales como el futuro Mar de Sons y el Luce, que transcurre estas semanas con actuaciones de artistas entre los que están Camilo, Nathy Peluso o Izal, cuya base de seguidores es gente joven. A diferencia de las pruebas piloto sin distanciamiento en varios festivales de Catalunya, en el Luce hay medidas de seguridad y distanciamiento y el aforo se ha reducido de los 4.000 previstos a 3.000 espectadores. El festival está organizado en el mismo recinto donde antes era el FIB y tiene los mismos promotores. Por otro lado, en la zona de la playa ha habido concentraciones de jóvenes y, según datos del ayuntamiento, se han realizado 36 denuncias por dos botellones en la playa. Mientras, las discotecas, que a comienzos de verano tuvieron afluencia, permanecen cerradas. La alcaldesa de Benicàssim, Susana Marqués, considera que el toque de queda «minimizará el impacto del denominado botellón». «Las actividades organizadas por el ayuntamiento también siguen escrupulosamente los protocolos sanitarios y el aforo para seguir ofreciendo actividades y siguiendo nuestra mayor premisa: la seguridad sanitaria», recalca Marqués en un comunicado.

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