Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

"Cuando me enteré del derrumbe llamé, pero nadie me respondía"

El padre del niño fallecido y marido de la otra víctima mortal vive en Vinaròs a la espera de un piso un mes después de la tragedia en Peñíscola

Los bomberos trabajan entre los escombros tras el derrumbe de la zona residencial, en una imagen de archivo. | LEVANTE-EMV

Este fin de semana se cumple un mes del derrumbe de un edificio en la urbanización Font Nova de Peñíscola en el que murieron dos personas. Bienvenido Cives, de 49 años natural de A Coruña, residía allí con su hijo, un menor de 15 años que falleció; su pareja, una mujer de 54 y nacionalidad cubana, que también perdió la vida y el hijo de ella, de 26 años.

Según explica Bienvenido, se encontraba en el edificio el mismo día del derrumbe. «Era mi día libre y me acerqué a Peñíscola a entregar cupones a unos clientes a las 18.30 horas», narra este hombre que trabaja como vendedor de la ONCE en la zona de Peñíscola, Benicarló y Vinaròs. «Mi pareja vino conmigo a Peñíscola pero se fue a casa con autobús, así que imagino que a los pocos minutos de entrar en el edificio se produjo el derrumbe», expone.

En el domicilio se encontraban los hijos de ambos y la mujer. «Me enteré del derrumbe porque me lo dijeron unos clientes con los que estaba hablando», cuenta.

«Entraron en Facebook y vieron que se había caído un edificio de Font Nova y cuando me enseñaron la foto vi que se trataba de mi casa», detalla. Cuando comprendió lo que había sucedido condujo rápidamente hacia su domicilio y al llegar allí se encontró con un desolador escenario. «Llamé por teléfono, pero nadie me respondía», dice abatido.

Al llegar allí fue atendido por los bomberos, quienes le pidieron que indicara cuál era su casa para localizar el punto en el que se encontraban sus familiares. El edificio constaba de tres alturas: el bajo, el primero y el segundo piso. La familia que quedó atrapada entre los escombros vivía en el primer piso, en la altura intermedia de la fachada situada en el extremo oeste.

Vivían allí todo el año

«Éramos de los pocos que vivíamos todo el año en la urbanización. En nuestro edificio solamente estaban habitadas otras dos viviendas los doce meses ya que lo demás eran segundas residencias o alquiler vacacional», detalla. Bienvenido adquirió la que era su casa hace tres años por un importe de 76.000 euros. «El edificio no estaba bien construido», lamenta ahora tras sufrir esta tragedia. Su hijo, el menor fallecido, llegó a Peñíscola el martes 24 de agosto, un día antes del siniestro. «Vino de pasar unos días con su hermana en Morella», cuenta su padre conmocionado.

Actualmente vive en Vinarós, en un alojamiento prestado por un amigo. Mientras, el joven de 26 años que sobrevivió y perdió a su madre en el suceso, se encuentra en una residencia de Castelló.

El área de Servicios Sociales de Peñíscola ya ha notificado a Bienvenido que la semana que viene recibirá las llaves de un piso al que se podrá trasladar ubicado en Vinaròs. La Conselleria de Vivienda ha ofrecido un total de tres viviendas al Ayuntamiento de Peñíscola. Ambas Administraciones Públicas están trabajando coordinadamente en la tramitación de la entrega de pisos para las personas afectadas por el derrumbe.

Desde el departamento de Servicios Sociales de Peñíscola confirman que se procederá a la entrega a las familias lo antes posible, una vez amuebladas y cuando finalicen los trámites del suministro de agua y luz para ofrecerlas equipadas.

En este mes de dolor y tristeza para Bienvenido, este tuvo que enfrentarse a un sinsentido que, al final, fue resuelto. Una compañía telefónica le reclamaba el pago del router al no haberlo devuelto cuando intentó darse de baja pero, tras la denuncia de este periódico, le eximió del pago y le pidió disculpas. Este asunto generó un gran revuelo e indignación en las redes sociales, por lo que los responsables de la compañía salieron a pedir disculpas.

El propietario de una de las viviendas que cayó en el derrumbe es natural de Teruel y se encontraba en la playa cuando su segunda residencia se vino abajo. Compró su apartamento hace 30 años, cuando se construyó, y explica que los vecinos han acordado un «pacto de silencio» hasta que se esclarezcan las causas del suceso. Asegura que no quiere hablar, ni él ni ninguno de sus vecinos. «Lo único que está claro es que nos hemos quedado sin casa», afirma. El propietario de uno de los pisos derrumbados en agosto añade que no quiere un apartamento en otra ubicación de Peñíscola, «porque mis amigos están en esa zona y es la que me gusta, por eso me compré el piso ahí hace 30 años».

«La inquilina me llamó para decirme que habían aparecido unas manchas negras»

Vittorio es propietario de un piso en el edificio desde el año 1995. Hasta 2018 lo utilizaba como segunda residencia, pero hace tres años se mudó definitivamente para convertirlo en su vivienda habitual durante todo el año. «En noviembre de 2020 dejé mi casa, me mudé a una zona más céntrica de Peñíscola y alquilé mi vivienda», detalla Vittorio. «La inquilina a la que le alquilé el piso me llamó en febrero de este año para comentarme que habían salido unas manchas en la pared de color negro, como si fuera humedad o filtraciones», explica el propietario. «Había grietas en el dormitorio y en el balcón». Vittorio estaba en el restaurante de Font Nova cuando un vecino llamó al propietario para advertirle de que había caído una pared de la urbanización Patios.

«Lo único que está claro es que nos hemos quedado sin casa tras el derrumbe»

Compartir el artículo

stats