Casa Caridad Valencia está abierta las 24 horas del día, los 365 días del año. Es un termómetro de las personas desfavorecidas de la ciudad de València, una institución benéfica privada, declarada de utilidad pública, dedicada a resolver las necesidades más básicas de las personas sin hogar y en riesgo de exclusión social. Fue la primera entidad social en València que centró sus esfuerzos en la atención a los pobres de entre los pobres. Por eso, entre otras cosas, la denominan «la ONG de los valencianos». Nació el 6 de marzo de 1906 y ahora, cuando cuenta con más de un siglo de lucha y de historia, suma también un nuevo galardón, el de los Premios del Año de Levante 2021 en la categoría de Acción Social.

Sus servicios incluyen comedor social, albergues, escuelas infantiles, centro de día, programas de higiene y salud, salidas de ocio y tiempo libre y programas de búsqueda de vivienda y empleo. La asociación cuenta con la sede central en Petxina y el Multicentro Social en Benicalap, donde se atiende a personas convalecientes y familias desestructuradas. Dispone de tres Centros de Educación Infantil con más de 160 niños de 1 a 3 años. A través de estos servicios, el departamento de Trabajo Social apoya la reinserción social mediante un seguimiento personalizado. La entidad, que en 2020 ha atendido a 2.500 personas, también cuenta con el Proyecto Fénix de viviendas supervisadas.

«Nuestro valor ha sido saber hacer lo ordinario en circunstancias extraordinarias»

LUIS MIRALLES - PRESIDENTE DE CASA CARIDAD

Hablar de Casa Caridad es hablar de asistencia en la trinchera. La pandemia sacó a la luz las necesidades de muchos y una solidaridad olvidada. Y Casa Caridad cumplió, con creces, las expectativas previstas en un año de sufrimiento, restricciones, confinamiento y aislamiento. Y es que a la crisis sanitaria se añadió una crisis económica que acrecentó las desigualdades: nuevos perfiles de usuarios, mayor dificultad para acceder a recursos sociales y una brecha digital que aún perdura. «El 2020 fue un año excepcional que marcó al conjunto de la sociedad, pero que, especialmente, aumentó la precariedad de las personas que ya estaban en riesgo de exclusión social, cronificando su estado y, otras que se encontraban en una situación estable, se situaron ahora en la delgada línea de caer en un escenario de sin hogar», explica el presidente de Casa Caridad, Luis Miralles.

Por ello, desde Casa Caridad pusieron en marcha nuevos servicios, como ayudas económicas directas, para evitar que los más vulnerables perdieran los recursos que tenían. Solo en 2020, destinaron 120.000 euros a los usuarios para que pudieran hacer frente a alquileres, facturas o servicios médicos, entre otros. Si antes de la pandemia 600 personas acudían al servicio de distribución de alimentos, hoy son más de 1.200.

Sin embargo, quienes forman parte de Casa Caridad se crecen ante las dificultades y no dudaron en adaptar las instalaciones, el equipo de profesionales y las atenciones a la nueva situación. «Nuestro valor ha sido saber hacer lo ordinario en circunstancias extraordinarias. Nos hemos adaptado a la nueva situación para seguir prestando ayuda a las personas más desfavorecidas», añade Miralles.

En momentos complicados, Casa Caridad supo sacar lo mejor de los usuarios y trabajadores. La sociedad valenciana, por su parte, se volcó con la entidad y Levante-EMV premia ahora la labor de quien se preocupa y se ocupa de los más vulnerables. Con y sin pandemia. 

Pobreza con rostro de mujer y nuevos perfiles

La pobreza tiene rostro de mujer. Cuatro de cada diez personas atendidas en Casa Caridad son mujeres, y el 14%, niños y niñas. Más de 2.500 personas, cada una con una historia detrás diferente, que han utilizado alguno de los servicios, y con las que el equipo de trabajo social ha realizado un seguimiento individual para dar respuesta a sus necesidades. Unos objetivos que han sido especialmente complicados en 2020. Y lo siguen siendo en 2021. Y es que muchas personas con trabajos precarios han perdido su empleo, llegando a situaciones extremas que han precisado de medidas nuevas. Casa Caridad sigue, como siempre, en la trinchera junto a los más vulnerables adaptando la institución a la realidad.