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Análisis

Enigmas y alguna certeza tras el congreso de la paz

Una incógnita es el futuro del ‘abalismo’. Otra son las metas de Morant y Arcadi España. La evidencia es la nueva complicidad entre Puig y Sánchez

Sánchez saluda rodeado de simpatizantes en el mitin de Feria València. | G. CABALLERO

Lo vivido el pasado fin de semana en Feria València ha sido un congreso, por mucho que haya brillado la euforia, la fraternidad y la reconciliación interna. Y por mucho que uno pudiera pensar nada más llegar que estaba en un festival de música indie, en un espacio más de celebración que de discusión. Y en un congreso, al final, se acaba repartiendo poder en forma de puestos en ejecutiva y comité federal. Y donde hay poder hay ganadores y perdedores. Y heridas, por tanto.

Ábalos, durante el mitin de Sánchez, ayer.

Si un militante socialista valenciano hubiera estado encerrado en una cápsula los últimos cinco años no entendería nada de lo visto ayer: los continuos gestos de Pedro Sánchez con Ximo Puig, al que abrazó e invitó a su lado al subir al escenario, al que se refirió en reiteradas ocasiones por su nombre durante su discurso y con el que ha decidido los nombres valencianos de la ejecutiva (algunos, al menos; la ministra Diana Morant es cuota gubernativa). Si pensara en la distancia entre lo de ayer y el mitin del ‘espíritu de Xirivella’ aquel frío 26 de noviembre de 2016, donde un herido Sánchez inició la reconquista del poder socialista frente a un aparato representado por algunos de los más aplaudidos este fin de semana, no entendería nada. Solo la velocidad de los cambios en la política moderna puede servir de aproximación a entender algo.

Y, en la otra cara de la historia (siempre la hay), José Luis Ábalos y los suyos. El exministro valenciano es el gran olvidado de un congreso que debía ser el suyo. Ni una mención de los oradores estos días. Ni siquiera de quien heredó su cargo hace tres meses. Al menos, un puesto en el comité federal. De consolación, decían los cronistas deportivos de antes.

Y así, una de las incógnitas que deja este congreso es el futuro del llamado ‘abalismo’. Su historia es de resistencia, así que se hace difícil dar por amortizada a tal familia política. Todo dependerá bastante del mismo Ábalos, que de momento tiene intención de seguir activo en Madrid. Sin referente al lado y con cada vez menos poder, ¿resistirá el movimiento que cuenta con cuota de poder e influencia en el socialismo valenciano desde hace más de 30 años? Ese es el enigma de los heridos.

El de los triunfadores valencianos del congreso (los hay) es dónde está su meta. Es evidente que la proyección de Puig como referente territorial del socialismo sale reforzada. Y es evidente que la lupa va a estar a partir de ahora sobre Morant y Arcadi España, que van ganando porciones en las esferas de poder. Hablar de herencias ahora es atrevido, porque en política el sucesor no se elige, se imponen ellos mismos, como el barón negro Rickwaert enseñó. Pero Morant y España empiezan a estar en sitios propicios para aspirar.

¿Y a qué aspira Sánchez tras este congreso de gloria y unanimidad, sin más banderas que las rojas del PSOE? Diría que este fin de semana ha intentado ampliar base social: pacta con Podemos pero también abraza al centro izquierda con cuerpo y alma de Felipe González. Y diría que se ha reconciliado consigo mismo. Se ha borrado estigmas para unir su nombre al legado de modernidad y avance social que representaron Felipe y Zapatero. Ha empezado a unir su nombre a la Historia. Puig, por su parte, ya tiene un modelo de congreso.

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