Hay una calma inusual en las calles de Cheste el jueves por la mañana previo al Gran Premio de Moto GP de la Comunitat Valenciana. Es algo inusual, porque a estas horas, tal día como hoy, debería haber miles de personas llenando el casco urbano de este municipio que en un año prepandémico acogía a 100.000 personas. No sucedió el pasado año y tampoco este: aunque más optimistas que en 2020, la repercusión del premio de motociclismo no ha causado el mismo impacto ni económico ni social a Cheste. Se va a aplicar el "modelo Fallas", tal como dice el alcalde, José Morell: los aficionados a las motos van a disfrutar igual que otros años, pero la vida en las calles estará restringida a ciertas actividades.

Y así debe ser. La Conselleria de Sanidad mantiene vigentes buena parte de las medidas y restricciones para frenar el avance de la Covid-19, una pandemia que todavía no está superada. Por eso, en esta ocasión tampoco habrá verbenas ni discomóviles en las calles, como tampoco saldrán a la calle las barras de los bares y los restaurantes solo atenderán a los comensales que tengan mesa, a fin de evitar el botellón en la vía pública. El Ayuntamiento de Cheste ha ampliado las terrazas de todos los bares para este fin de semana para compensar, de alguna forma, las pérdidas que los hosteleros atisban. Es el alcohol y no la comida donde está el gran margen de beneficio de la restauración, y este año va a estar más controlado que de costumbre.

No solo en Cheste. También en Chiva y en los municipios de alrededor para evitar el movimiento entre pueblos de los aficionados una vez terminen las competiciones. "Lo más seguro es quedarse aquí. En cualquier pueblo de alrededor se van a encontrar las mismas restricciones, el botellón no está permitido en ningún sitio y la Guardia Civil reforzará los controles en las carreteras comarcales y autonómicas", recuerda Morell.

¿Por qué? Porque, una vez más, la pandemia no ha desaparecido y la gran cantidad de aficionados que se esperan son una bomba de relojería para un virus que, más aún con la vacuna, permanece invisible. Morell recuerda que el año pasado, donde la competición se celebró a puerta cerrada y la Guardia Civil controlaba los accesos a Cheste cada tarde, 15 días después de la competición "vivimos el peor brote de toda la pandemia, murieron personas en la residencia de todo lo que el virus se extendió, con una incidencia acumulada de 2.000 casos cada 100.000 habitantes, salimos hasta en la BBC", recuerda Morell. Y ese temor sigue existiendo para las autoridades.

Patricia, del Restaurante El Sol, prepara las viandas para este fin de semana Fernando Bustamante

En la hostelería lo lamentan, porque ven cómo el mejor momento del año pasa de largo sin poder tener beneficios. En el Hostal El Sol, las cinco habitaciones de las que dispone están reservadas desde hace dos años, pero en el restaurante, con la aplicación de las medidas, las previsiones no son muy optimistas. Mejor que el año pasado, claro, pero no como en los ejercicios anteriores. Patricia, una de las camareras de la plantilla, confirma que se ha contratado a varias personas más para poder trabajar el fin de semana asumiendo el gran flujo que se espera. Pero tener la obligación de atender solo a las mesas reduce mucho la clientela a la que atenderán.

Es el caso de Jorge, propietario de bar El Frontón, que no pretende abrir el fin de semana. Mantendrá su horario habitual, solo de mañanas, "para dar los almuerzos a los míos, a los de siempre". "Si no nos permiten montar una barra en la calle y dar copas, no gano dinero abriendo, no me salen las cuentas para contratar a más gente", lamenta el propietario. Además, en su caso, el establecimiento cuenta con un frontón en la parte posterior donde habitualmente se alquilaba espacio a tiendas de campaña que acampaban en la pista. "El año pasado nos cerraron, y este año nos atan", critica.

Sin embargo, frente al bloque de la hostelería que lamenta el leve impacto económico que este premio va a tener, están los vecinos y vecinas. Excepto los que alquilan sus viviendas, aquellos que se quedan celebran las restricciones. En el caso de Consuelo, hace años que tuvo que mudarse a las afueras. "Me parece bien que vengan, pero no que entren por todo el pueblo, que les acoten una zona", solicita. Mientras habla, ruge una moto, y Consuelo explica que ese sonido es constante durante los cuatro días en los que se prolonga el premio. "No se puede ni ir a trabajar porque no dormimos, por no hablar de la suciedad posterior, que no se va hasta que no llueve", lamenta.

Dos vecinos en las calles de Cheste horas antes de que comience el mundial Fernando Bustamante

"Es un beneficio para unos y un perjuicio para otros", sintetiza David, auxiliar de enfermería que se encarga del cuidado de mayores. "Es un riesgo celebrarlo este año, no estoy en contra, pero es innecesario celebrarlo con el peligro que tiene", afirma. De hecho, en el Kiosko Paspartú, otro de los enclaves fundamentales de las celebraciones, se han aprovisionado de hielo para la venta de bebidas, pero nada que ver a otros años. El repartidor de hielo es claro: "Solíamos dejar aquí 40 bolsas, este año estoy dejando seis".

En la calle Chiva, en la Avenida Castilla, en la Plaza León y casi en cualquier calle céntrica de Cheste, los operarios municipales han instalado ya aseos portátiles y señalización de todo tipo: de acceso al circuito, de parkings de coches, de motos y autocaravanas. Cualquier cosa para gestionar las miles de personas que van a concentrarse en este municipio que las acoge todavía con temor.

Aficionados internacionales

En los alrededores del circuito todo está en marcha. La Guardia Civil vigila los accesos y ordena el tráfico que se dirige a los parkings junto a las pistas. De hecho, esta mañana ya había aficionados que se agolpaban ante las vallas para ver la final de la competición de Mini GP, como Brendan Byrne y toda su familia, que llegaron anoche desde Dublín para apoyar a su sobrino que competía en esta carrera de motoristas infantiles y que no han podido acceder al recinto porque solo se permitía la entrada a dos personas por menor.