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El desafío de reducir para conciliar

En una sociedad en la que las mujeres se han hecho cargo de los cuidados familiares y de los hijos de manera sistemática durante siglos, cada vez hay más padres que ayudan a una conciliación que lleve a la igualdad a través de reducciones de jornada

Roberto Ruiz y María del Mar Amer juegan con sus hijos, Xavi y David, en el salón de su casa de Alcàsser. | GERMÁN CABALLERO

Roberto Ruiz y María del Mar Amer fueron papás de dos mellizos, David y Xavi, el 5 de noviembre de 2019. Desde ese día, su vida cambió por completo. A los quehaceres de la vida en pareja se añadía el cuidado de no uno sino dos bebés al mismo tiempo.

Ahora, con los niños ya con dos años cumplidos, han conseguido un ambiente de corresponsabilidad familiar gracias, en parte, a la reducción de jornada a la que se pudo acoger Roberto. Él es una rara avis: de todas las reducciones de jornada que se toman los progenitores valencianos, apenas el 7,7 % son hombres, mientras que el 92,3 % son mujeres.

Roberto explica a Levante-EMV que a María del Mar y él, que viven en Alcàsser pero trabajan en València, les sería imposible tener la «tranquilidad» que les da esa reducción de jornada —que en su caso es retribuida, pero las hay sin retribuir—, junto con el horario intensivo que le han dado a María del Mar tras mucho lucharla en su trabajo. «Ahora somos como una fábrica en la que cada uno nos distribuimos por igual lo que hacemos con los niños: si uno se ocupa de asearlos, el otro hace el almuerzo», cuenta el marido, que se coge libre o la primera hora laboral o la última, en función de las necesidades familiares.

El momento del día en el que más desahogados están en comparación con muchos otros padres es llevarlos a la escoleta por la mañana y luego recogerlos. «Nos viene estupendo. La hora de entrar en la escoleta era a las 8:30, y yo me tenía que ir a València a las 7:20 para entrar a las 8. Mi mujer entraba a las 9 y tampoco podía. Teníamos que depender siempre de la familia, y antes de la vacuna ni eso. Nos ha venido de perlas», dice Roberto, que ahora es delegado sindical del servicio de emergencias sanitarias.

María del Mar reconoce que ellos son unos «afortunados», ya que muchas personas no se atreven a disfrutar de los derechos que les corresponden por miedo a presión o represalias por parte de sus empresas. «Sé que no es así para todo el mundo», dice ella.

En ese camino de crecimiento y corresponsabilidad familiar, pueden acompañar a los pequeños con más calma. Además, María del Mar destaca que son «nenes tranquilos», lo cual ayuda. Y, al ser mellizos, Roberto afirma que puede disfrutar de ese derecho hasta que los hermanos tengan 12 años. Hay para rato.

Juntando horas

En el caso de otro papá, Marcos, que también es conductor del servicio de emergencias pero no es delegado sindical, le es inviable cogerse una hora al principio del día u otra al final. Lo único que puede hacer con su reducción de jornada es juntar las horas a las que tiene derecho para, cuando tiene las suficientes, pedirse «una tarde libre». «Lo primerísimo a la hora de decir las ventajas es ver crecer y criar de verdad a mi hija. Todo lo que necesita lo puedo hacer yo, antes lo hacía más mi mujer. Y teníamos que tirar de abuelos o de niñeras. Al final ibas a trabajar para pagar a la niñera. De esta manera me hago cargo yo», asevera. Él tiene tres hijos: Javier, de doce, María Dolores, de tres y la bebé de la casa, Claudia, con apenas cinco meses. «Cada diez o doce guardias me cojo una tarde o una noche para poder conciliar con mi mujer», destaca Marcos.

Camino a la igualdad

El crecimiento de hombres que se acogen a la reducción de jornada es de más del doble si se compara con hace unos años. En 2009 los varones solo representaban el 3 % de ese tipo de permisos. Son 4,7 puntos menos que en 2019, último año del que hay datos a nivel autonómico. Es una señal, aunque aún lejana, hacia la igualdad.

La secretaria de Mujeres e Igualdad de CCOO País Valencià, Cloti Iborra, afirma que «las mujeres son las que hacen uso de estos permisos de conciliación de manera absolutamente rotunda». «Vemos un avance tímido de que los hombres van haciéndose cargo, pero es que vivimos en una sociedad patriarcal donde las mujeres somos las que todavía nos responsabilizamos de los cuidados», agrega.

Para Iborra, «todo va encadenado» en esta cuestión: con la brecha salarial entre hombres y mujeres, «incluso en una familia igualitaria es la mujer la que se hace la reducción». Será la que menos cantidad de sueldo en porcentaje vea desaparecer en caso de que la reducción de jornada sea no remunerada.

La secretaria de Formación, Empleo e Igualdad de UGT País Valencià, Pilar Mora, añade que la dinámica negativa se perpetúa: «las brechas de jubilación de la mujer también serán superiores».

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