Bolsas de la compra, restos de juguetes, compresas, latas de bebida, mascarillas y guantes desechables. De todo puede encontrarse en el lecho marino del golfo de València. Cada día llegan a la costa 12,9 kilogramos de residuos por cada kilómetro de playa mientras que en microplásticos, con 42 toneladas anuales en la franja de València, es la ciudad española con el nivel más alto de contaminación según el último informe de la Fundación Oceana hecho público hace escasamente un mes.

Los estudios de Oceana se llevaron a cabo en 2020 en el tramo entre València y Sagunt utilizando un robot submarino, con inmersiones para captar imágenes y vídeos de mayor resolución. En los puntos de suelos blandos se documentó la endofauna mediante dragas. Los técnicos encontraron 436 residuos, de los cuales 398 eran plásticos. Un simple cálculo posterior permite deducir que se acumulan unas 447,3 piezas de elementos contaminantes por kilómetro cuadrado.

Los datos de Oceana vienen a coincidir con la alerta lanzada ayer por WWWF que señalan al Mediterráneo como uno de los mares con mayor concentración de microplásticos del planeta. Una amenaza para la supervivencia de 134 de sus especies, entre ellas ballenas y tortugas.

"A largo plazo pueden generar problemas en los peces y la salud humana"

“A largo plazo, esta situación puede generar efectos adversos para la economía de las comunidades que dependen de la pesca y para la salud humana", según el documento elaborado por el Instituto Alfred Wegener. En el caso del golfo de València, la información visual fue recogida por un equipo de dos buzos profesionales, uno de seguridad y un camarógrafo. Se realizaron 17 inmersiones submarinas.

Una estrella de mar entre restos de un juguete plástico en el golfo de València Oceana

La mayoría del plástico recogido era de un solo solo, procedente de fuentes terresters, principalmente partes de film o láminas plásticas (41 %), de embalajes, bolsas o film plástico utilizado en la agricultura. El segundo tipo más documentado fueron las bolsas de plástico (32 %), seguido de los objetos plásticos no identtificados (13 %) y de los envoltorios de comida (4,5 %), además de material sanitario generado por la pandemia.

Estos documentos corroboran investigaciones anteriores, como la publicada por este periódico tras un exhaustivo trabajo con redes llevado a cabo por Núria Felis, ingeniera de la Escola Politècnica Superior de Gandia de la UPV. «La pauta de circulación general en el Mediterráneo implica una entrada de aguas superficiales desde el océano y una salida de aguas profundas en el Estrecho de Gibraltar, convirtiéndolo en un sumidero de la contaminación plástica flotante atlántica», señalaba entonces Felis, citando al ecólogo Andrés Cózar, experto mundial en la contaminación marina.

Una vez en el medio natural estos componentes plásticos son imposibles de eliminar y duran miles de años, tal como advierte la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA), que persigue prohibir los microplásticos que se añaden por ejemplo en los dentríficos. La ingesta por parte de peces, mamíferos y sobre todo las aves, provoca enormes daños en sus organismos. Con el peligro de pasar después al ser humano si son consumidos como es el caso del pescado.

El Institut Cavanilles estudiará su presencia en cetáceos y tortugas


  • El Institut Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva estudiará la presencia de macro y microplásticos en cetáceos y tortugas en aguas del litoral valenciano. La iniciativa la impulsa la Conselleria de Transición Ecológica para identificar los problemas de conservación, detectar sus áreas de concentración y definir las actuaciones para su protección. Es una de las actuaciones dentro del impulso que el departamento de Mireia Mollà pretende dar al corredor de delfines, ballenas o galápagos.