«Me planteo abandonar todos los días cuando me levanto. Todos los días. No es por nuestro trabajo, es consecuencia del trato que recibimos y de que no tenemos las condiciones adecuadas». Una enfermera de UCI, que prefiere no revelar su nombre, confiesa al diario Levante-EMV la difícil situación a la que se enfrentan cada día.

Para estos profesionales sanitarios, la pandemia ha supuesto un gran impacto tanto emocional, como físico, y las consecuencias son cada vez más palpables. La encuesta publicada por el Consejo General de Enfermería (CGE), muestra cómo el 43,9 % de las enfermeras y enfermeros valencianos ha pensado en algún momento dejar su profesión.

Son ya dos años de pandemia, seis olas de contagios, muchas familias destrozadas, muchas horas dentro de un EPI, muchos turnos doblados y muy poco descanso. «Nos va a pasar factura a todas. Estamos reventadas, el paciente covid es un trabajo bestial», reconoce la enfermera.

La Comunitat Valenciana ocupa el décimo puesto de esta lista, liderada por Madrid con un 60,1 %, y, aunque no deja de ser alarmante, no supera el total estatal, que se sitúa en un 46,5 %.

El coste emocional

Además, para casi la mitad de las enfermeras valencianas (47,8 %) esta sexta ola ha supuesto un incremento importante de trabajo. «Seguimos sufriendo, esto no se ha acabado. Cada ola que viene para todos los que trabajamos en sanidad es un machaque», recuerda Amparo, que trabaja en Atención Primaria.

Y es que el coronavirus, según el informe, sigue copando una parte importante de su actividad. En la Comunitat Valencina, el 53,5 % de las enfermeras dedica solo una parte de su trabajo a pacientes covid, y un 29,5 %, la mayoría del tiempo.

Asimismo, un 19,7 % de las personas preguntadas se sienten totalmente desbordadas por el volumen de trabajo. «A parte del esfuerzo físico, el estrés emocional es todavía más agotador. Los sanitarios no somos de Marte, ni tenemos superpoderes. Somos personas con nuestros miedos», explica a este diario una enfermera interina de todas las que conforman el equipo de profesionales de la Sanidad Pública.

Para el 85,3 % de estos profesionales sanitarios, según la misma encuesta, el impacto psicológico de la pandemia ha sido muy grande. En concreto, el 49,6 % considera que la covid le ha afectado «bastante», y el 35,7 %, «mucho». Una dato preocupante que está por encima de la media estatal, con un 84,7 %. En algunas comunidades, roza el 90 %: en Madrid, un 88,2 %; en Baleares, un 87,5 %; y en Murcia, un 87,2 %.

«La gente está muy desanimada, va a trabajar sin ganas, nada motivada y muy estresada. Estamos irascibles y físicamente agotados», señala la profesional de UCI.

Con el estallido de la pandemia, el personal sanitario se tuvo que adaptar a la nueva situación a una velocidad récord. Algo que, expresan, también ha supuesto una gran dificultad. «Todo necesita su periodo de formación y de adaptación. Pero con las olas asumes esos cambios. Esto genera un estrés brutal. Hay que sacar las cosas adelante, estamos muy comprometidos», declara la enfermera interina.

Amparo se trasladó a su nuevo puesto de trabajo pocos meses antes de la irrupción del virus. «Tengo estrés y hace dos semanas tuve que ir a urgencias por un dolor torácico. Estoy bien, pero estas cosas van saliendo. Después de dos años trabajando con una ansiedad extrema, no estoy de baja, porque no quiero. Tengo muchísimo trabajo y muchísimo compromiso con mis pacientes», admite.

Bajas por agotamiento

A nivel estatal, la macroescuesta señala como principales consecuencias emocionales de la covid la ansiedad y el estrés, que se han materializado en un 14,3 % de las encuestadas que han solicitado baja laboral en la Comunitat Valenciana, muy cerca de la media total, un 16,5 %.

«Nosotras trabajamos con la salud de la gente. Y cuando estás, tienes que hacerlo al 100 %. ¿Sabes la carga y el estrés que supone? Somos responsables de la salud de las personas», subraya la profesional interina.

En este sentido, Amparo ha querido reivindicar su trabajo: «Estamos muy cansados y alguna vez sí que dices ‘me voy a coger la baja y me voy a ir a mi casa’, porque estamos en todo nuestro derecho. No lo hemos hecho porque somos responsables y tenemos que estar muy mal para hacerlo. No soy una sanitaria vocacional, soy una sanitaria profesional».

Pero la pandemia solo ha sido la gota que ha colmado el vaso para desbordar la situación. Estas enfermeras ponen de manifiesto otras cuestiones como el «machaque» que implica llegar a casa después de un turno largo y tener que estudiar la oposición para no perder su puesto; la falta de reconocimiento; la necesidad de recursos, mejora de las condiciones y de apoyo por parte de la sociedad, las fuerzas políticas o los responsables. «Todos merecemos la mejor sanidad pública, y es lo que nosotros queremos ofrecer, pero que nos ayuden», declara la interina.