Llevamos unos años con meses de marzo lluviosos, muy lluviosos en algunos territorios del litoral mediterráneo español. Estos días pasados, con la borrasca Celia en el Golfo de Cádiz, algunos observatorios de la montaña alicantina han acumulado más de 300 litros por metro cuadrado. Pero sin llegar a estos volúmenes, las lluvias han sido generalizadas en todo el territorio valenciano. Ocurrió hace dos años cuando se inició el confinamiento por la pandemia; las semanas de ese mes de marzo fueron inestables, lluviosas. En marzo de 2017, la ciudad de Alicante registró una tromba de agua de 140 litros en pocas horas. Todos estos casos nos remiten a condiciones de elevada inestabilidad sobre la fachada mediterránea, con entrada de vientos marítimos que animan la formación de nubes y lluvias. ¿Es posible que esté cambiando la circulación atmosférica a causa del cambio climático y ocasione más lluvias en marzo? Sí, es posible. Algunos estudios ya han señalado la mayor frecuencia de desarrollo de gotas frías en nuestras latitudes en las últimas décadas. Y esto es una causa de mayor inestabilidad y posibles lluvias en meses no caracterizados por grandes cantidades de precipitaciones causadas por gotas frías de invierno. Ocurre también que en los últimos años el centro del invierno está resultando muy seco, muy anticiclónico, con escasísimas precipitaciones. Este año es un buen ejemplo. Como reacción a semanas de invierno tan anticiclónicas, pueden ser semanas de gotas frías a finales de invierno y comienzos de primavera. Es un proceso lógico de reajuste de la circulación atmosférica. Pero últimamente más frecuente e intenso.