El taxidermista de Ros Casares: "Quería legar un museo a València"

"Somos una especie en extinción porque la sociedad nos tiene en el punto de mira", confiesa de entrada a Levante-EMV el taxidermista José, vecino de Quart de Poblet con más de 20 años de experiencia en el mundo cinegético.

Este profesional de la disecación, que prefiere no salir en foto por "miedo al acoso y represalias", hacía la limpieza de algunos de los 1.090 animales que los hijos de Ros Casares conservaban en una nave de Béterade más de 50.000 metros cuadrados: "Higienizaba los animales disecados, sobre todo, para que no aparecieran las polillas sobre las esculturas", explica. De manera periódica, durante la primavera y el inicio del verano, hay que proteger los animales naturalizados de la polilla y otras larvas e incluso es aconsejable colocar un poco de naftalina sobre la superficie.

"Conocí mucho a Ros Casares y él me confesó que su ilusión era legar una especie de museo de ciencias naturalesaValència", recuerda el taxidermista sobre una colección que asciende a más de 29 millones de euros y que ahora estáinvestigadaen la operación 'Valcites'. 

De hecho, tal como publicó este periódico, la colección podría acabar en museos de Valènciay Madridsi el empresario no acredita su procedencia y aporta en los próximos días toda la documentación de cada uno de los especímenes al Juzgado de Instrucción número dos de Llíria. Los ejemplares están tan bien conservados y el trabajo del taxidermista está tan logrado que sería una irresponsabilidad destruir las piezas intervenidas, según fuentes de la investigación, más aún teniendo en cuenta que 405 de los especímenes pertenecen a la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites).

José, junto a su equipo de trabajo, también naturalizó alguna de las aves y mamíferos que cazó el empresario valenciano: "Él cazaba los mejores ejemplares, los que tenían una cornamenta fuera de lo común en su cabeza, y se los preparaban como les hacían al Rey Juan Carlos o a Botín".

Pero, según afirma José, "es imposible que lo haya cazado todo él" porque hay especies extintas en estado silvestre como el oryx dammah (un antílope africano) o en peligro crítico como el addax, un animal incluido en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) al quedar menos de 100 individuos en su hábitat natural. En ese sentido, expone que los animes cazados en Áfricase los disecaban allí porque "tenía un poder adquisitivo alto" y, de esta forma, facilitaba los trámites en las aduanas para traerlos de vuelta a España.

El taxidermista valenciano asegura que cuando entraba a la nave de Béteradonde se escondía el mayor hallazgo de animales disecados realizado en España, sentía que veía "arte": "La caza es una práctica que está regulada por el Estado y ayuda a la gestión ambiental. Antes éramos venerados, había animales disecados hasta en las universidades, pero ahora nos desprecian porque está presente la muerte", sentencia.

Claves de la taxidermia

Para José, la clave de una buena taxidermia está en la "expresión" del animal cuando se hace la escultura: "Proporcionarle una buena expresión a un animal que no tiene vida es un verdadero arte", manifiesta. Al principio, según relata, debe de estar "la carne fresca".

Para darle forma a un animal se realiza una escultura con un molde de corcho, "un hecho que ha provocado que las piezas pesen menos de lo habitual porque antiguamente se utilizaba madera o yeso".

La piel, una vez llega a sus manos, se tiene que salar, "como hacían los indios" -apunta-, luego se tiene que secar y curtir. En unos 90 días, en torno a cuatro meses, él tiene naturalizado el animal. Para su conservación, tiene que estar en un ambiente fresco donde no haya humedad ni cambios de temperatura. Tampoco es favorable que le dé la luz del sol directamente porque decolora el pelo y la pluma del trofeo naturalizado.