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"Los perros sueltos son la gran amenaza del chorlitejo en las playas"

El ecólogo Miguel Ángel Gómez denuncia la merma de la población de este ave limícola en el litoral valenciano y la falta de vigilencia «por el incumplimiento de las leyes por parte de muchos dueños de canes»

Una persona incumple la prohibición de la entrada de perros en la playa de Rafalell i Vistabella; a la derecha, un chorlitejo nidifica ante la amenaza de un can. | LEVANTE-EMV

El chorlitejo patinegro, un ave «vulnerable» en el Libro Rojo de las aves de España y catalogada «de interés especial» en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, y los perros domésticos no se llevan bien. Hasta el punto de que los canes suponen, ahora mismo, una de las principales amenazas de este pájaro con aspecto simpático, de patas bajas y cuerpo ancho. «Hay un claro problema de vigilancia y control, porque sería tan fácil como sancionar a los dueños de los perros, ya que en la gran mayoría de playas está prohibida su entrada», explica el investigador Miguel Ángel Gómez Serrano, ecólogo y profesor asociado de la Universitat de València.

«Los perros sueltos son la gran amenaza del chorlitejo en las playas»

Los chorlitejos habitan en playas y saladares y sus poblaciones han quedado muy diezmadas por los usos turísticos y recreativos de las playas. Ahora son los perros quienes más les intimidan. «El chorlitejo pone los huevos sobre la arena, entre las dunas y la playa, de forma que los perros que van sueltos son los que más les molestan. Estas aves los confunden con sus depredadores y abandonan el nido, de forma que los huevos se quedan desatendidos o se sobrecalientan en verano», afirma Gómez Serrano. En otros casos, algunas razas de canes escarban, destrozan los nidos y se comen los huevos o los polluelos.

La cuestión, insisten desde hace tiempo los sectores ecologistas (y no ecologistas), es que los perros sólo pueden pisar unas playas muy concretas, aquellas que en las que está permitida su entrada como la de Pinedo, por citar la más cercana de la ciudad de València. «Se trata de que los dueños cumplan las leyes. Hay carteles que lo dicen bien claro, pero mucha gente no hace caso. Un ejemplo claro es la playa de la Pobla de Farnals. No se permiten los perros, pero la gente sale a pasearlos saltándose la legalidad, igual que pasa en otras muchas poblaciones de la costa», afirma el investigador. «Allí hay ratos que pasan una media de 20 perros por hora», añade.

«Las molestias están producidas por perros sueltos o, mejor dicho, por personas que los llevan sueltos. Van olisqueando, se acercan a los nidos y eso provoca que el ave abandone el nido y dejen de incubar. Los perros producen hasta un 100 % de abandono de los nidos, porque se parecen muchos a los depredadores de estos pájaros, que son principalmente los zorros», explica Gómez Serrano. «Cuando se acercan los canes, estas aves hacen maniobras de distracción para que los perros no se acerquen a los nidos. Muchos vuelven al nido, pero en ese tiempo está desatendido. El problema es que el huevo, como está directamente sobre la arena, se sobrecalienta. Aguanta hasta 43 grados, y la temperatura de la arena alcanza los 50 grados en verano. El chorlitejo, más que incubar, lo que hace es tapar el huevo para protegerlo del calor», cuenta el ecólogo.

El chorlitejo patinegro, que figura como «ave en peligro de extinción» para la organización Seo Bird Life, vive situaciones alarmantes en gran parte de las playas valencianas «porque nadie vigila ni sanciona la entrada de perros, cuando hay un determinado número de playas caninas». «Otro ejemplo es el la playa de Rafalell i Vistabella (términos municipales de Massamagrell y València), donde no hay ningún control y estas aves sufren diariamente la amenaza canina.

El chorlitejo patinegro es un ave limícola (que vive en las costas y riberas y se alimenta de los pequeños animales que encuentra entre el lodo o cieno) cuyo habitat de nidificacion son saladares de humedales y en concreto las playas. «Está obligado a vivir en estos ambientes, prácticamente no tiene alternativa. Tiene dos puestas, entre marzo y julio, y cuida del nido durante 30 días, un periodo en el que los huevos están muy expuestos entre las dunas y la playa», apostilla el experto.

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