“Tenía ganas, pero es muy raro estar sin mascarilla”, reconoce Sofía, alumna de 5º de Educación Primaria del CEIP Federico García Lorca, en València. Hoy es la primera vez después de casi 600 días que vuelve a ver las caras a sus compañeros y compañeras en el interior del aula. O, al menos, a una parte de ellos, ya que esta primera jornada ha arrancado con cierta cautela, aunque con "ilusión" y "alegría".

“Mi abuelo es mayor y tengo que intentar protegerle”, explica Nayra, de 6º. Como en su caso, muchas familias han optado porque los pequeños continúen llevando mascarilla por el momento. Una decisión que es completamente voluntaria, ya que lo que establece la normativa es la retirada de la obligatoriedad. "Hoy que es el primer día sí la van a llevar. Da un poco de cosa quitarla de golpe, así que esta semana la traerán y a ver cómo va todo", cuenta a este diario Raquel, madre de un niño de 11 y una niña de 9.

A las puertas del centro, poco antes de las nueve de la mañana, las decisiones son diversas. Algunos padres y madres han dejado la elección a los pequeños. "Mi hija (10 años) no lo sabe, según lo que hagan las amigas se la pondrá o no. La lleva por si acaso", afirma Enrique.

Otros, han optado por retirarlas. "Mi niña (8 años) no la va a llevar, pero vamos a seguir con prudencia. Ya era hora de que se pudieran ver las caras, interactuar y tener un poco más de normalidad", subraya Clara. Como ella, Estefanía, Alejando, Sara y Ana. "Estaban deseando venir sin mascarilla. Mi hija también ha pasado la covid y está vacunada, esto también nos da seguridad", explica Paula, con una niña en 3º de Primaria.

Dentro del aula, a primera hora hay muchas caras descubiertas, muchas sonrisas, pero también algunos tapabocas todavía. "La voy a seguir llevando, porque me siento más protegida. En el patio sí que me la quitaré, pero cuando esté en contacto con personas me la pondré", declara Martina, alumna de 5º. Por el contrario, Gabriela, de 6º, admite que ya estaba "harta de la mascarilla".

El respeto y la comprensión entre ellos es ejemplar: "Estoy contenta, porque así mis compañeros pueden hablar y respirar mejor. Yo ya me he acostumbrado a llevarla y no me importa, pero me alegro de que se la puedan quitar", destaca Nayra.

María José Marco, tutora del grupo de 6ºA también ha decidido mantener el tapabocas por motivos personales. "Me ha sorprendido la cantidad de alumnos que han venido con mascarilla. Yo la llevo porque convivo con mi padre, que tiene 95 años, y me da miedo todavía, sobre todo por protegerle a él. Espero que en un par de semanas ya nos podamos relajar más", señala.

Alegría y cautela

Así, el primer día sin tapabocas en las aulas ha sido recibido con alegría. "En general todos los alumnos tenían muchas ganas de quitársela. Cuando me han visto, todos me han saludado y me han dicho ‘¡Pilar, qué guapa, por fin nos vemos las caras!’ con mucha euforia", declara Pilar Ponce, directora del CEIP Federico García Lorca y maestra de Infantil y Primaria.

Desde el centro confiesan estar “muy contentos” por este paso hacia la normalidad. “Es una gran noticia porque indica una mejoría de la pandemia y también porque necesitábamos y teníamos muchas ganas de poder vernos sin mascarilla y verles sonreír”, añade.

Ponce también destaca que habrá algunos niños o docentes que necesiten "un poco más de tiempo para desprenderse de algo que han llevado durante dos años y que les ha dado y les sigue dando seguridad". Ante esto la respuesta es de "mucho respeto hacia la diversidad y entendiendo que cada uno tiene unas circunstancias personales diferentes".

Además, tal como establece el protocolo de la Conselleria de Educación las medidas de prevención como la higiene de manos, la desinfección o la ventilación de las instalaciones se siguen aplicando. "Los colegios son espacios muy seguros, hemos quitado la mascarilla, pero seguimos manteniendo la higiene antes de entrar, la toma de temperatura y nuestro plan de contingencia. Vamos con mucha ilusión, pero también con precaución".

Por su parte, la sensación de Antolino Alarcón, jefe de estudios del colegio, es de que en este primer día "hay un poco de todo: niños, niñas y familias que han decidido mantener las mascarillas y otros que no". El jefe de estudios relata que, a nivel personal, poder volver sin el tapabocas ha sido algo "extraordinario".

Alarcón incluso reconoce que se ha sorprendido al ver a alguno de sus compañeros, que entraron en el centro con la pandemia. "Tenemos una memoria corta y se nos olvidan las caras. Ha sido como volver a conocer a la persona", apunta. El curso pasado, de hecho, crearon un póster con los rostros sin mascarilla de todo el personal del colegio.

"Estamos muy felices de que esto vaya a mejor y vamos a intentar mantenerlo y cuidarlo. Con todos estos años que hemos pasado de mascarillas y restricciones ahora valoramos más la parte higiénico-sanitaria, el cuidado personal y de espacios comunes", concluye.

El tapabocas "ha sido un hándicap muy importante"

Los centros educativos han sido desde el principio uno de los espacios con más restricciones para contener la pandemia. Son muchos los expertos que han apuntado a las trabas que suponía para los niños y niñas el uso del tapabocas en su aprendizaje y la expresión de sus emociones. Unas dificultades que, con el fin de su obligatoriedad en el interior de las aulas, se podrán ir superando poco a poco.


"La mascarilla ha sido un hándicap muy importante. En educación, la comunicación es imprescindible, no poder hacerlo con la ayuda de los gestos faciales ha sido muy difícil", explica Pilar Ponce, directora del CEIP Federico García Lorca y maestra de Infantil y Primaria, quien también reconoce la "gran capacidad de adaptación" tanto de los niños y niñas como de los docentes.


En este sentido, Antolino Alarcón, jefe de estudios del colegio, afirma que cuanto más pequeños son "la comunicación no verbal es fundamental". "De hecho, el curso pasado compramos mascarillas transparentes para que, sobre todo en Infantil, se pudiera ver la cara del maestro o la maestra", cuenta.


Por su parte, los tutores de los grupos de 5ºB y 6ºA, Javier Peñalver y María José Marco, también señalan algunos de los impedimentos que supone el tapabocas a diario en el ejercicio de su profesión. "Trabajar con mascarilla tiene mucha dificultad, porque tienes que impostar mucho la voz, fuerzas la garganta y hay días que llegas a casa bastante fastidiada", declara Marco.


Respecto a las emociones, Peñalver destaca que con el tapabocas los niños y niñas "a veces no captan bien el sentido de lo que les queremos decir". "Cuando hablamos hacemos gestos con las manos, con la cara, reforzamos la expresividad y eso con las mascarillas se pierde", subraya. A esto, Marco añade que con los ojos el alumnado "dice muchas cosas, pero la verdad es que poder verles toda la cara es muy reconfortante".