La humanidad se enfrenta en los próximos años al reto de alcanzar un desarrollo económico sin alterar el entorno, pero ¿son compatibles la economía y la sostenibilidad?

El progreso económico y social conseguido durante el último siglo ha estado acompañado de una degradación medioambiental que está poniendo en peligro los mismos sistemas de los que depende nuestro desarrollo futuro, según la ONU. De este modo, si se mantiene la tendencia actual, en 2050 serán necesarios tres planetas para abastecer a la población de los recursos que dispone actualmente.

En este punto, las Naciones Unidas alertaron hace años de la necesidad de desvincular el crecimiento económico de la degradación ambiental y diseñar un nuevo sistema financiero sostenible, alejado del modelo productivo actual. Todo ello, con el fin de evitar producir daños irreversibles sobre el medio ambiente.

Sin embargo, para lograrlo es necesario contar con la cooperación de todos los agentes sociales. En este punto, es fundamental la responsabilidad de las empresas para garantizar un consumo y una producción sostenibles.

Bajo el lema «más con menos», la ONU apuesta por aumentar la eficiencia de los recursos y promover la adaptación de estilos de vida sostenibles. Todo ello, a través de diferentes acciones que consisten en fomentar el uso eficiente de los recursos y la energía, la construcción de infraestructuras que no dañen el medio ambiente, la mejora del acceso a los servicios básicos y la creación de empleos ecológicos.

El futuro debe ir encaminado hacia un modelo económico en el que la producción y el consumo se lleven a cabo de manera concienciada y responsable con el entorno.

Impulso del trabajo decente

Un crecimiento económico inclusivo y sostenido debe ir ligado a la creación de puestos de trabajo decentes. En 2016, el 61 % de los trabajadores en todo el mundo tenía un empleo no regulado.

Según la ONU, la erradicación de la pobreza solo es posible mediante empleos estables y bien remunerados. Sin embargo, casi 2.200 millones de personas viven por debajo del umbral de pobreza de 2 dólares de los Estados Unidos.

En este sentido, la crisis de la covid-19 provocó un importante retroceso en la consecución del objetivo número 8 de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas. Como consecuencia de la pandemia, la Organización Internacional del Trabajo estima que cerca de la mitad de todos los trabajadores a nivel mundial se encuentra en riesgo de perder sus medios de subsistencia.

Al respecto de esto, la Red Española del Pacto Mundial señala que «la pérdida de los puestos de trabajo se podría compensar con el empleo generado a través de la implementación de un modelo de economía circular en la Unión Europea, con el que se podría generar un beneficio económico neto de 1,8 billones de euros y crear más de 1 millón de nuevos puestos de trabajo de aquí a 2030».

A nivel nacional, la pandemia puso fun a una tendencia positiva de seis años consecutivos de crecimiento laboral. En este punto, la Red Española del Pacto Mundial destaca que España podría ser uno de los paíess más beneficiados por la inversión en las energías renovables, llegando a generar más de 200.000 empleos hasta 2030.

Por desgracia, no solo se trata de crear empleo para todas las personas. Mejorar las condiciones de los trabajos para que todos ellos sean decentes es otra de las metas que la ONU se ha marcado en su Agenda 2030. Estas condiciones incluyen un ingreso justo, seguridad en el puesto de trabajo y protección social para las familias, además de perspectivas de desarrollo personal e integración social.

Los jóvenes son los más afectados por la destrucción de empleo

«Como suele ocurrir en momentos de crisis, el empleo juvenil ha sido el más perjudicado por la pandemia». Así lo señala el detallado informe de Adecco, que desgrana que los jóvenes representan uno de cada 20 empleos pero que, sin embargo, a ellos y a ellas pertenecen seis de cada 20 puestos de trabajo perdidos. Un dato que agudiza, más si cabe, la precariedad laboral del sector más joven de la sociedad.