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GLORIA CALERO

Fiel al amigo Ábalos y leal al ‘president’ en la etapa más difícil

Gloria Calero. Fernando Bustamante

Para esta historia hay un título literario fácil y muy recurrido en prensa: Crónica de una muerte anunciada. Porque su salida de la Delegación del Gobierno se veía venir desde que su valedor cayó en desgracia. José Luis Ábalos pasó a la segunda línea política en julio de 2021, pero a pesar de ello Gloria Calero Albal (Sagunt, 1954) nunca repudió de su amistad y de su influencia política.

Si la muerte (política) no es total ahora es, con toda probabilidad, por la buena conexión con el president de la Generalitat, Ximo Puig. Calero llegó al Palau del Temple en febrero de 2020, en un tiempo ya de relaciones recompuestas entre el jefe del Consell y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y aunque ha tenido siempre claro a quien debía obediencia, siempre ha sido leal con el líder de su partido en la Comunitat Valenciana. Puig podía haber forzado su salida hace tiempo, pero no vio necesidad. Si se produce ahora es también porque Moncloa empuja a cambios con el fin de relanzar su presencia en la Comunitat Valenciana. Aun así, la marcha se produce acompañada de una oportunidad política: el Senado. Es una forma de reconocer su trabajo en estos dos años y medio.

Calero ha conocido en sus carnes la dificultad de un puesto como la Delegación del Gobierno, predispuesto a la oscuridad a no ser que en Moncloa y la C. Valenciana gobiernen partidos distintos: entonces se convierte en una especie de poder alternativo en la sombra.

La exalcaldesa de Sagunt, enfermera de profesión, llegó con el mismo encargo con el que aterriza ahora Pilar Bernabé: un mayor perfil político al cargo. Le pidieron «colmillo» y tardó poco en exhibirlo con los socios (en el Botànic) de Compromís. De aquellas refriegas salió con algunas tiritas y la misión de no airar y envalentonar tampoco a los aliados en el Gobierno valenciano. La herida fue cicatrizando con el tiempo.

Si se observa el tiempo de Calero en la Delegación, lo primero que destaca es que coincide con el periodo de la pandemia. Tomó posesión solo unos días antes del estado de alarma y casi sin conocer el lugar se vio inmersa en las operaciones de reparto de materiales de protección y de coordinación entre el Gobierno y la Comunitat Valenciana. En el Senado le debe esperar una vida más plácida. Se supone.

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