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"Gracias por no olvidaros de nosotros tampoco ahora, en los días más calurosos"

La asociación Amigos de la Calle reparte comida y agua fría para 720 personas sin techo cada domingo en ocho rutas distintas por València

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Amigos de la calle reparte comida en ocho rutas ante el incesante calor JM López

La jornada empieza a las 8. El equipo de la asociación solidaria Amigos de la Calle se pone en marcha cada domingo poco después de que cante el gallo. El objetivo: preparar cerca de 720 kits de comida y bebida para las personas que viven en las calles de València. Pronto, una comitiva va a por el pan, que ha de ser del día para que esté blando.

«La dieta es blanda, pues muchas de las personas a las que atendemos tienen problemas bucales, una dentadura perjudicada por la falta de revisiones y la higiene», cuenta Carmen Allendes, presidenta de la entidad. A las 10 horas, los voluntarios (hay unos 120 que se amplían a 190 en las ocho rutas que se realizan) empiezan a cocinar. Bien en su sede, bien en sus casas.

El menú de hoy consta de pasta, bocadillo, yogurt, melón y magdalenas. Todo ello acompañado de agua bien fresca. En verano han de adaptar el kit de alimentos que reparten pues las altas temperaturas y sus efectos se agravan para las personas que viven en la calle que, muchas veces pasan gran parte del día al sol.

Cuando Levante-EMV llega a la sede de Amigos de la Calle, una veintena de ellos (de esos amigos solidarios) ultiman los preparativos del reparto. Son las 15:30 horas y a partir de entonces empezarán a salir los coches cargados hasta los topes con comida y fruta y verdura fresca. Se organizan en cinco grupos de unas 25 personas, cada semana es un grupo el que cocina y prepara. Hoy son los de color azul.

"Menos mal que hay sombra"

La comitiva de la primera ruta de las ocho que hay y que cubre la zona de la playa la forman Carlos, Jesús y José Luis. Avenida del Puerto es la primera parada. Allí hay dos personas que reciben las bolsas con comida y, muy importante, agua fresca. «Menos mal que estamos a la sombra, todavía corre un poco de aire, porque sino...», comentan. Los tres voluntarios y los dos usuarios hablan de cómo van. Uno de ellos actualiza a sus habituales visitantes sobre su estado de salud. Conversan un rato y seguimos la ruta.

Si las personas a las que atienden tienen necesidades concretas, Amigos de la calle trata de suplir esas comandas. Normalmente tratan de conseguir zapatillas y ropa interior nueva de forma periódica. Próxima parada. La playa de la Malva-rosa.

Los amigos de la zona son los famosos gorrillas. Pasan desapercibidos y si quienes aparcan tras sus indicaciones cruzan dos palabras con ellos, son breves. Pero tienen mucho que contar. Amigos de la Calle se cruza con Ismael. Es un francés que da mucha conversación. Habla 8 idiomas y recibe con mucha alegría la cena. «¿Hay agua?», pregunta. Asienten los voluntarios y le dan, además, un dulce. Los agradecimientos son constantes. La gran afluencia de coches en la avenida impide que se paren mucho a hablar. Pero el calor hace mella y fruta y bebida fresca son un bien preciado para los guardianes de la vía pública, siempre al sol, sobre todo si se emplean como gorrillas. «Estábamos esperando algo fresquito. Con este calor, menos mal que tenemos agua y algo de sombra», comentan los usuarios.

Todo el día de reparto

Las rutas de reparto continúan durante todo el domingo, como cada semana. A última hora, sobre las 20:30 horas, Amigos de la Calle sigue recorriendo la ciudad, esta vez por el centro. Entran con los coches cargados hasta el tope de comida y, sobre todo, bebida para hacer frente al calor.

«Tenemos que pedir permiso al ayuntamiento, pues ahora el acceso de coches es restringido a residentes y así identifican que los vehículos son de Amigos de la calle». Las personas que habitan las calles son los guardianes de las vías públicas que tanta gente transita a diario y, sin embargo, son, la mayoría del tiempo, invisibles. Para mucha gente que pasa sin mirar. Para mucha otra que ni siquiera los percibe.

Pero Amigos de la Calle no solo les ayuda con alimento y necesidades básicas. También les escuchan, les conocen, les acompañan. Ayer por la tarde se oían muchas cosas, entre ellas: «Gracias por no olvidaros de nosotros», y matizaba: Tampoco ahora, en los días más calurosos». David decía «gracias de corazón» y Luis, que estaba en Gran Vía y no les conocía elogió su labor y les pidió dos vasos de refresco de limón. Amigos de calle seguirá saliendo cada domingo llueva, truene o haga una ponentà como la de ayer.

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