Los bomberos valencianos, la última defensa cuando el monte es un infierno

Y esa acción, desempeñada mucho más allá de la mera profesionalidad, poniendo en riesgo sus propias vidas para salvar a las personas, sus propiedades y al monte convertido en una tea, es la que ha merecido que Levante-EMV haya concedido a ese colectivo el Premio del Año 2022.

Nueve de esos héroes serán quienes representen a quienes se han ganado a pulso este nuevo reconocimiento público. Así, el premio será recogido, durante la gala especial para conmemorar del 150 aniversario de Levante-EMV, que acogerá el Palacio de Congresos de València en la noche del próximo 24 de octubre, por tres bomberos de los consorcios provincial de Castelló, València y Alicante; tres bomberos de los cuerpos municipales de las tres capitales valencianas; un bombero forestal de la Sociedad Valenciana de Gestión Integral de los Servicios de Emergencias (SGISE); un soldado de la Unidad de Emergencias del Ejército (UME), la BIEM III; y un representante de la sala de coordinación de Emergencias del 112, dependiente también de la Generalitat Valenciana.

El portavoz de todos ellos será el cabo del Consorcio de Bomberos de Castelló, Carlos Verchili, convertido en la cara visible de la dureza de ese trabajo de extinción cuando, solo 24 horas después de iniciado el incendio, un cambio brusco del viento, que giraba alocadamente con rachas de hasta 50 kilómetros por hora, saltó la carretera y envolvió en segundos al equipo que estaba a su mando, obligándoles a refugiarse para salvar la vida.

«Podíamos haber muerto»

Ese momento crítico fue recogido en un vídeo que se hizo viral, y en el que se escucha a Verchili apurar a su compañeros para buscar refugio ante la inminencia de ser devorados por las llamaradas, que llegaron a alcanzar una altura de 20 metros. No se amilanaron. En cuanto recibieron nuevos equipos –el fuego abrasó las mangueras que llevaban–, volvieron a cumplir con su misión, que en ese momento era la salvaguarda de las casas cercados por el incendio.

«Fue muy duro, porque fuimos conscientes de que podíamos haber muerto, sobre todo porque hacía muy poco que otro equipo se había visto envuelto en otro frente de fuego próximo y que tres compañeros habían resultado heridos».

Se refiere al incidente crítico provocado por . Instantes antes, el conductor, que vio venir las lenguas de fuego, conminó a dos bomberos a subirse en marcha. «Dos segundos más, y no se habrían salvado». Lograron recorrer los metros suficientes para salir de allí, pero las llamas volvieron a rodearlos y tuvieron que saltar en marcha del vehículo, que fue devorado por el fuego en minutos.

«Fueron momentos muy críticos, pero nuestra profesión conlleva esos riesgos y lo sabemos. Volveríamos a hacerlo sin dudarlo», afirma Verchili. Y lo hicieron, logrando ganarle la partida, ya que las casas quedaron intactas.

El de Bejís ha sido, sin duda, un incendio excepcional. «Nunca he visto una evolución tan violenta de un frente de fuego en un incendio forestal», asegura. Ni él ni sus compañeros son unos recién llegados, así que su descripción de lo que fue aquél infierno, contra el que, insisten él y los demás, solo fue posible atajarlo «con el trabajo en equipo de todos los que intervinimos, tanto en el frente como atrás, ayudando a los vecinos y velando por nuestras necesidades», da una idea del ímprobo esfuerzo – «llegó un momento en que no sabíamos si era de día o de noche, ni cuántas horas llevábamos allí»–, esfuerzo que ahora ve una recompensa pública más con este Premio del Año de Levante-EMV.