Las mujeres mueven montañas

Vista panorámica de unas montañas durante el amanecer.

Vista panorámica de unas montañas durante el amanecer. / Pexels

Natacha Payá

Como cada año, el 11 de diciembre nos recuerda que debemos proteger las montañas. Sí, hoy no es 11 de diciembre pero aprovecho esta columna para dedicarle unas palabras a una de las partes más importantes de nuestro ecosistema. Este año, su tema es “Las mujeres mueven montañas”, una oportunidad para promover la igualdad de género, y por tanto, contribuir a mejorar la justicia social, los medios de vida y resiliencia.

El cambio climático y la sobreexplotación resultan una amenaza para nuestras queridas montañas, y también para muchos seres humanos. Los glaciares se van derritiendo a pasos agigantados, y los habitantes de ellas que son el 15 % de la población del planeta presentan mayores dificultades para sobrellevar y sobrevivir a la cantidad de desastres naturales.

Más de la mitad de la población mundial depende de ellas para abastecerse de agua, energía y alimentos. En este caso, las mujeres suelen ser las principales administradoras de los recursos de las montañas, guardianas de la biodiversidad, custodias de la cultura local y expertas en medicina tradicional. Tanto sus habitantes, como aquellos que viven en sus faldas y valles, tienen una acentuada dependencia. Las montañas cubren el 22 % de la superficie planetaria y en ellas, se encuentra el 60 y 80 % del agua dulce del planeta.

Llegaron mucho antes que nosotros y continúan estando ahí. Ahora mismo, juegan un papel fundamental en la generación de las energías renovables. Gran parte de la energía hidráulica, solar, eólica y el biogás dependen de ellas. Por todos estos motivos y por muchos más, en 2002 la Asamblea General de la ONU quiso dedicar un día para ellas.

Este día no solo recuerda todas las cosas positivas que nos dan, también recalca la problemática y la dificultad que tiene vivir en un entorno que cada vez está más abandonado. La variabilidad climática en constante aumento, el abandono de la agricultura y ganadería, la sobreexplotación por parte de otros, la pérdida de valores y tradiciones culturales obligan a muchos jóvenes a emigrar en busca de un futuro mejor.