¿Por qué el cielo es de color azul?

Jardín de girasoles bajo un cielo azul

Jardín de girasoles bajo un cielo azul / Pexels

Natacha Payá

¿Alguno de ustedes se lo ha preguntado alguna vez? Porque yo sí y ahora les explico el por qué. El color del cielo es algo muy curioso e hipnotizante y más cuando presenta un azul muy potente por el día. En invierno con las calmas anticiclónicas suele ser así, un cielo despejado que potencia todo su color. Pues bien, el color del cielo varía lo largo de su extensión, así como de un día a otro, con el tiempo y con las estaciones, lo que hace que exhiba una amplia gama de matices.

La primera cosa a tener en cuenta es que el cielo en sí no emite ninguna luz y tampoco es el reflejo del mar. Su color lo determina la dispersión de la luz solar por parte de las partículas de la atmósfera. Dicha dispersión depende de la longitud de onda de la luz y del tamaño del dispersor.

A medida que la luz blanca atraviesa nuestra atmósfera, las diminutas moléculas de aire hacen que se disperse. Pues bien, esta dispersión conocida como Rayleigh aumenta a medida que disminuye la longitud de onda de la luz. La luz azul tiene la longitud de onda más corta. Esto quiere decir que la luz azul se dispersa más fácilmente que la luz roja. Por esa razón el ojo del observador ve el cielo azulado.

Entre los dispersores responsables se encuentran las moléculas de los gases atmosféricos, el polvo y el humo, así como las gotitas de agua y las partículas de hielo de las nubes. Sí la longitud de onda se duplica, la dispersión de las partículas pequeñas se hace dieciséis veces mayor, por lo que, con un cielo despejado, y si en esta dispersión predominan las moléculas de gases, el azul será más intenso que en un día brumoso en el que el aire está repleto de gotitas de agua. De ahí que, cuando el sol está bajo en el cielo, ya sea durante el amanecer o el ocaso, la luz tiene que viajar más a través de la atmósfera terrestre y vemos el cielo rojizo o anaranjado.