Severina, o Seve como la llaman quienes la quieren, ha superado el cáncer de mama que le detectaron en mayo de 2021 gracias a que le extirparon el pecho izquierdo. Para ella no es un problema tener solo una mama y, de hecho, no sabe si se la reconstruirá. Lo que sí tiene claro es que conservaría su pecho si le hubieran hecho la mamografía de control cuando le tocaba. Pero a ella, como a muchos otros que tenían un cáncer gestándose, les pilló la pandemia de covid.
Seve tenía ya la experiencia de que le hablaran de la palabra maldita. Se hizo su primera mamografía dentro del programa de cribado de mama (al que Sanidad invita a todas las mujeres cuando cumplen 45 años y que se repite cada dos años) en diciembre de 2014 y, gracias a esa prueba, le encontraron un tumor en gestación. «Eran células precancerosas, me operaron en febrero y no necesité más tratamiento», explica.
La segunda invitación al programa llegó algo tarde: «Debería haber sido a finales de 2016 o principios del 2017 pero se retrasó un año». Se la hicieron entre finales de 2017 y principios de 2018 y todo salió bien. Pero en 2019 se encontró un bulto «como un garbanzo. Fui a mi médica de Familia y me dijo que si no variaba de tamaño que no me preocupara y le hice caso».
La invitación para hacerse otra mamografía de control le tendría que haber llegado entre finales de 2019 y primeros de 2020 pero pasó todo 2020 y nunca la recibió. «Llegó en enero de 2021 cuando estaba con covid y me la pude hacer en mayo de ese año». Y ahí sí, se confirmó que ese garbanzo era cáncer y que además tenía otros dos más. La solución pasaba por extirparle toda la mama.
Controles con retraso
«A mí no me trauma no tener una mama. Pero si me hubieran hecho los controles cuando tocaba y no me hubieran retrasado la prueba en pandemia no me hubieran tenido que quitar el pecho. La suerte que tengo es que el tipo de cáncer que he tenido es el que es porque, si no, puede que no estuviera contándolo y hay muchos que no lo han podido contar porque en esto del cáncer cada mes cuenta y cada día es importante», lamenta aunque reconoce que la atención una vez se le detectó fue rapidísima.
El caso de Severina es uno de los miles de tumores que tanto en la C. Valenciana como en el resto de España se han diagnosticado más tarde de lo que tocaba y en un estadío más avanzado (y por tanto más difíciles de curar con menos daño) por culpa de la irrupción de la covid-19 y del estado de sitio que sometió a todo el sistema sanitario.
Los cribados de detección precoz se pararon durante el confinamiento —algo que también sucedió en la Comunitat Valenciana—pero también el acceder a asistencia sanitaria en los primeros meses de la pandemia fue todo un reto. Muchos tenían la sospecha de que algo malo le estaba pasando pero retrasaron la decisión de ir al hospital por miedo o les era imposible ver a sus médicos.
Detectaron un 12 % menos
El Ministerio de Sanidad le ha querido poner dimensión y cifras a este fenómeno y ya cuenta con un informe al respecto en el que se reconoce que, efectivamente, el sistema va a recibir más casos graves de cánceres de mama pero también de colon (el más común) y de pulmón (uno de los más letales todavía) y todo por ese parón del sistema, volcado casi en una sola enfermedad. Lo poco que se conoce por ahora de este estudio apunta, según informó en diciembre la agencia Efe, que los programas de cribado de mama por ejemplo, bajaron en toda España y que el indicador de altas con diagnóstico principal oncológico bajó un 12 % en 2020 cuando precisamente el cáncer es una enfermedad que crece año tras año por algo tan sencillo como el envejecimiento de la población, el principal factor de riesgo.
«Efectivamente, sabemos que la pandemia ha interrumpido tareas de prevención primaria y secundaria que pueden incidir negativamente en la aparición o mala evolución de tumores malignos que habían sido potencialmente prevenibles», asegura el catedrático en Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universitat de València y asesor de la Organización Mundial de la Salud en Europa, José María Martín Moreno.
Para el experto, el impacto real «no está bien caracterizado, dado que el cáncer es un proceso lento en el cual las exposiciones tardan un cierto tiempo en visualizarse», pero sí habría que anticiparse fortaleciendo los programas de prevención y cribado, «y hacer el mejor diagnóstico precoz que sea posible».
Los datos específicos del informe de lo que pasó en la Comunitat Valenciana no se han hecho públicos todavía, pero sí se sabe el impacto que la llegada de la covid tuvo, por ejemplo, en los cribados de mama y de colon.
Parón de los cribados
Según cifras de la Conselleria de Sanidad, en 2020 se mandaron un 36 % menos de invitaciones para hacerse la prueba y en 2019 se la hicieron 243.000 valencianas, en el primer año de la pandemia solo fueron 156.865, un 35 % menos.
Según este departamento, la actividad se empezó a recuperar parcialmente en verano y totalmente en septiembre y octubre y ahí se hizo un esfuerzo para citar a todas esas mujeres que, como Severina, no recibieron la carta en la fecha que tocaba pero aún así se teme el impacto en las buenas cifras que había en este tumor.
Lo mismo sucedió con el programa de cribado de cáncer de colon en el que se pide a las personas de 50 a 69 años que recojan una muestra de heces para buscar sangre oculta, síntoma de que puede haber una lesión. En 2019 respondieron al programa más de 255.000 personas tras enviar 537.000 invitaciones. Al año siguiente se enviaron 377.000 e hicieron la prueba solo 139.000 valencianos.