53 menores ucranianos llegan a València: "Hay niños que sólo vienen con una mochila porque no tienen nada más"

Las familias valencianas acogen durante el verano a pequeños, de entre 6 y 10 años, gracias al proyecto organizado por la Fundación Juntos por La Vida.

Llegan a València 53 niños ucranianos para pasar el verano en familias de acogida

J. M. López

Saray Fajardo

Saray Fajardo

Cerca de 53 familias aguardaban esta mañana la llegada de 53 menores ucranianos que pasarán el verano en distintos hogares de la ciudad de València, dentro del programa de acogida de familias de la Comunitat Valenciana organizado por la Fundación Juntos Por La Vida. Cargados con globos de colores, los presentes esperaban emocionados al autobús, que transportaba a los más pequeños, los cuales habían recorrido los más de 3.540 kilómetros que separan ambos lugares a lo largo de tres días.

Sobre las doce del mediodía, la puerta del vehículo se ha abierto y las familias les han recibido con carteles y abrazos repletos de emoción. Algunos de los niños, de entre 6 y 14 años, ya habían estado en la ciudad en anteriores ocasiones (en Navidad o el pasado verano), pero otros lo hacían por primera vez. Con timidez, se acercaban a los presentes con los que iban a compartir los próximos meses de verano. Algunos apenas saben decir "hola" en castellano, pero con su mirada eran capaces de comunicarse.

Los niños y niñas, procedentes de Jarkiv, Ivankiv, Irpin y Bucha, cargaban sus maletas, algunas más grandes que otras. Sin embargo, algunos de ellos ni siquiera habían podido traer una prenda de ropa. "Con este proyecto, los menores podrán tener un verano de paz, ilusión juegos, playa, comer bien y, sobre todo, olvidarse de la situación en Ucrania” afirma Clara Arnal, presidenta de la ONG de la Comunitat Valenciana. 

"Llegan asustados"

Irene Cabrera, vecina de Llombai, participa por primera vez en el proyecto. "Lo intentamos en diciembre, pero el niño enfermó y no pudo venir", recuerda. En esta ocasión, Milana, de seis años, compartirá el verano con esta familia de la Ribera. "Vienen un poco asustados, pero somos una familia numerosa y va a tener mucha marcha", explica. Cabrera ya ha preparado unos pijamas, sus chanclas y el bañador para poder bañarse. "Nos iremos de vacaciones y participará en un campus que se hace en el pueblo", explica.

Sonia García, de Castelló de Rugat, tampoco había estado en este proyecto en anteriores ocasiones. La pequeña de nueve años es hermana de Milana. Los padres no dudan en compartirse sus números de teléfono: "Haremos quedadas y, siempre que quieran, pueden hablarse". García reivindica la importancia de este tipo de actividades, ya que, en sus palabras, "es una manera muy directa de ayudar y sabes que es una ayuda que llega. No es todo económico o material, también es importante la parte emocional para que estén bien y tranquilos". La pequeña vive en una zona cercana a Chernóbil. "Allí todavía sufren continuas radiaciones y, además, fue uno de los primeros lugares que se bombardeó. Ellos no tienen casa", lamenta.

Por su parte, la pequeña Alona ya ha estado en tres ocasiones en la ciudad junto a la familia de Rosa Domingo. "Desde que me jubilé, tenía pendiente ser familia de acogida. Estoy muy contenta porque es una niña maravillosa", señala. Alona había estado las otras veces con sus dos hermanos, pero este verano acude sola. A pesar de ello, la pequeña ya tiene amigas en la ciudad. "Estoy muy contenta porque Rosa se porta muy bien. Tengo ganas de ir a la piscina con mis amigas y verlas", reconoce con una sonrisa en el rostro, a pesar del sufrimiento en su país.

Solidaridad familiar

La propias familias de acogida se encargan de financiar las vacaciones de estos niños y niñas ucranianos , junto con la fundación. El programa se realiza en colaboración, y bajo el paraguas del gobierno autonómico y estatal. "No tenemos ningún apoyo económico de ninguna entidad, a pesar de que este programa es mucho más importante que nunca. Hay menores que tienen que estar aquí porque no pueden regresar a su casa. Las familias de acogida no tenemos ningún apoyo administrativo y, por lo tanto, tenemos que cargar con todos los costes económicos", denuncia. Por eso, solicita ese apoyo para atender una "emergencia humanitaria sin precedentes". Añade: "Hay niños que sólo vienen con una mochila porque no tienen nada más. A finales de verano, regresan con maletas llenas de recuerdos, de ropa y de momentos que van a ser inolvidables", reconoce.

Actualmente, la Fundación Juntos por la Vida está recogiendo donaciones de ayuda humanitaria para enviarla en un camión la próxima semana a familias de la ciudad de Jersón, afectadas por la inundación de la presa.