El dragado completo del lago de l’Albufera aumentaría más el riesgo de salinización

La comisión científica de la Junta Rectora del Parc Natural de l’Albufera ve inviable a nivel económico el dragado total del lago. Tampoco lo considera prioritario por los elevados riesgos ambientales de la actuación. Entre ellos, el incremento de la salinización al que ya se enfrenta el enclave por el aumento del nivel del mar, según el presidente del órgano consultivo, Carles Sanchis Ibor. La retirada de lodos agravaría la intrusión de la cuña marina ya que al bajar la cota del vaso el agua salada, al ser más densa que la dulce, quedaría depositada en el fondo sin casi posibilidad de salida.

Otros dos peligros no menores que contemplan los expertos son la anoxia y la pérdida del reservorio de semillas que llevaría aparejada la retirada del fósforo acumulado. Está comprobado, además, que la vegetación subacuática siempre ha aparecido en las zonas menos profundas. Hubo un consenso generalizado ayer sobre la conveniencia de realizar intervenciones puntuales en zonas concretas, pero no a nivel general y también en la necesidad de llevar a cabo una batimetría completa para identificar los problemas más graves del humedal.

El biólogo Pablo Vera, que integra la comisión, es de los que defiende la necesidad de un diagnóstico actualizado de dónde se hallan retenidos los metales pesados, ahora inactivos al igual que el fósforo pero cuya remoción genera no poca intranquilidad. «¿Haciendo un dragado conseguiríamos un mejor estado de la laguna?» Esa fue la pregunta que se hicieron los veintiséis de los cincuenta y dos miembros que componen la comisión científica, que aúna a representantes del mundo académico con presencia de las universidades valencianas.

Durante toda la mañana estuvieron debatiendo los pros y contras de la retirada completa de lodos de l’Albufera. Una actuación compleja, siempre polémica, y que ayer suscitó otro interrogante: Qué hacer con los millones de toneladas de sedimentos depositados durante décadas de vertidos incontrolados y que llevaron al colapso ambiental en la década de los años setenta. Situación que se ha ido revirtiendo en los últimos años, con una mejora sustancial de los ecosistemas.

Una apuesta por la cautela

«Hay que ir con mucha cautela», coincidían algunas de las voces reunidas en la Oficina Técnica de l’Albufera con presencia de técnicos del Ayuntamiento de València, la Generalitat y la Confederación Hidrográfica del Júcar. Luis Blanch, profesor e investigador del departamento de Ingeniería Cartográfica Geodesia y Fotogrametría de la Universitat Politècnica, incidía en la idea de llevar a cabo nuevos estudios para determinar la magnitud del problema y solventar aspectos concretos.

El color verdoso de l’Albufera procede de los fangos donde se acumula fósforo de los detergentes fosfatados que se utilizan en las lavadoras de los hogares e hidrocarburos de los polígonos industriales, plásticos, metales así como los productos fitosanitarios utilizados en el arrozal.

Aunque algunos de los expertos de la comisión científica como el propio Blanch o Miguel Jover siempre se han mostrado más proclives a una intervención generalizada, un informe del Servici Devesa Albufera ya alertaba al Consell Valencià de Cultura hace meses del coste «exorbitante», el «incierto resultado» y sobre todo la «progresiva salinización» que ello provocaría. «Nadie tiene una certeza absoluta pero se ha optado por no hacer nada, esperar porque faltan estudios y revisar los que ya tenemos», explicaba Blanch. «Mientras tanto tenemos zonas colmatadas y acequias que necesitan una actuación», apuntaba tras la reunión.

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