Vecinos afectados por el incendio: "¿Tú has visto 'El Señor de los Anillos'? Pues esto era como Mordor"

«Desalojar el pueblo ha sido un poco exagerado», dice un vecino

Isabel valora los daños ocasionados por el fuego en su parcela de Terrateig

Eduardo Ripoll

Voro Contreras

Voro Contreras

El 14 de agosto de 2018 Isabel se quedó a un café de atravesar en el puente Morandi de Génova en el momento en el que este colapsaba y se cobraba la vida de 43 personas. «Si no hubiéramos parado a tomarnos ese café, ahora quizá no estaríamos aquí». «Aquí» es la casa junto al barranco de Terrateig en la que Isabel vive desde hace seis años con su marido Sergio y desde la que ayer observaba el efecto devastador del fuego en el paisaje. «Esa sensación de que el fuego iba a destruir mi casa me ha dado más miedo que lo del puente. A veces parecía que las llamas iban a pasar por encima de mi casa. Ha sido un milagro».

«Nos han ofrecido sitio para dormir, pero no nos hemos movido de aquí»

«Nos han ofrecido sitio para dormir, pero no nos hemos movido de aquí» / V.Contreras. Terrateig

Aunque fue ayer por la tarde cuando la Generalitat permitió el regreso a casa de los vecinos de Terrateig que fueron desalojados el jueves por la tarde, Isabel pudo volver unas horas antes y comprobar que, excepto el jazminero y las plantas arrasadas por el calor, su hogar había esquivado el desastre por muy poco. «Ha sido un milagro, pero también gracias a los bomberos y a unos chicos del pueblo que estuvieron tirando agua toda la tarde para que no se quemara la casa», explica.

«Nos han ofrecido sitio para dormir, pero no nos hemos movido de aquí»

«Nos han ofrecido sitio para dormir, pero no nos hemos movido de aquí» / V.Contreras. Terrateig

A ocho minutos en coche de Terrateig, municipio de la Vall d‘Albaida, está Castellonet de la Conquesta, ya en la Safor, el otro pueblo desalojado por la proximidad del fuego. La mayoría de sus poco más de 130 habitantes encontraron acomodo en otros pueblos, aunque los hubo como Bartolomé, de 90 años, que quiso quedarse para no dejar sola a su esposa enferma. «No nos hemos movido de aquí», aseguraba. Su vecino Ricardo sí que se marchó, aunque quizá el refugio elegido no fue el más conveniente. «Me fui a la caseta que tengo en el bancal. Pero hace un rato nos han llamado para decirnos que ya han levantado la veda». Juan, otro vecino de Castellonet, aseguraba no haber «pasado miedo» y consideraba las medidas tomadas por la Generalitat «un poco exageradas». «En 2012 hubo otro incendio que se acercó mucho más al pueblo y entonces no nos desalojaron», recordaba.

A Jean Peter, en cambio, ver el jueves por la noche cómo las llamas devoraban el monte que se ve desde su casa sí que le impresionó. Este alemán de Hamburgo reside y trabaja desde hace seis meses con su mujer en Castellonet y afirmaba que nunca había vivido cosa igual. «¿Has visto ‘El señor de los anillos’?», le pregunta al periodista. «Pues eso parecía Mordor», dice señalando el monte.

Mientras los vecinos de Terrateig y de Castellonet de la Conquesta regresaban a sus casas, los de las urbanizaciones La Corona de Villalonga y Montecorona de Ador se quedaban con las ganas.

Heinz y María ya llevaban ayer dos noches durmiendo en el interior de su coche junto a la carretera CV 685. Desde allí se ve el chalé gris de Montecorona que esta pareja alemana compró hace unos años para pasar la jubilación. Dentro del chalé seguían los gatos a los que Heinz pudo dar de comer el viernes pero que ya no han vuelto a ver. «Sí, nos habían ofrecido un sitio para dormir, pero no hemos querido movernos de aquí. No es muy cómodo pero...», dice María sin acabar la frase y señalándose el corazón.

También el matrimonio británico formado por Sue y Neal tiene gatos en su chalé de Montecorona. «Más de diez», apunta ella en el centro multiusos de Villalonga en el que ya ha pasado dos noches durmiendo en un camastro junto a otros desalojados de esta urbanización y de la Llacuna. Sue se pasa el día pegada al teléfono móvil. Al otro lado de la línea está Neal, que se ha negado a abandonar el chalé por no abandonar él a sus «más de diez» gatos (después Sue confesará que realmente son 27. «Hay algunos que están enfermos», justifica Sue.

Nadia y Toni también estaban ayer sábado por la mañana con sus respectivas familias mirando desde la rotonda de la CV 685 que da acceso a sus casas en Montecorona. Una patrulla de la Guardia Civil les impide acceder a la urbanización pero no parecen demasiado preocupados -o al menos no lo están tanto como lo estaban ayer- porque ven que el incendio que el jueves les obligó a huir apenas con lo puesto, «solo pude llevarme dos mudas», dice Nadia, ya parece controlado. Desde este punto no se ve el fuego pero sí el humo que cubre el bosque y un helicóptero de extinción volando en círculos por encima. Ya dentro de la urbanización, y como pudo comprobar este periódico, el silencio es casi absoluto.