Nou Campanar está roto: «Por la calle nos miramos todos para ver quién nos falta"

Nou Campanar está lleno de familias jóvenes, muchas de origen ruso y ucraniano, lleva dos días en ‘shock’ y en el barrio reclaman respeto a quienes se acercan a ver el esqueleto del edificio calcinado. "Que se aborde como a uno le gustaría recibirlo", piden.

Tres personas observan la finca calcinada en Nou Campanar

Tres personas observan la finca calcinada en Nou Campanar / Francisco Calabuig

Claudio Moreno

Claudio Moreno

Un barrio residencial de nueva construcción, tranquilo y con mucha familia joven. Al histórico pueblo de Campanar le creció una extensión al calor de la burbuja inmobiliaria con fincas costosas y adaptadas a los nuevos tiempos. Sin embargo, una de ellas resistió ubicada en escasos minutos a la virulencia del mayor incendio declarado en la ciudad de València. Y los vecinos de Nou Campanar están devastados. 

«Estamos hechos una auténtica mierda. Yo tengo a mi hija en la guardería de Sant Pau y me han confirmado que una de las familias que no aparecía, que no han llevado a los niños al colegio esta mañana, bueno…», relata Arancha dejando la frase por completar, entre lágrimas. 

«Este es un barrio lleno de familias con niños pequeños. También la finca incendiada. Nos estamos organizando con la guardería para conseguir leche en polvo y pañales», continúa la trabajadora de una clínica de fisioterapia en la calle Jorge Comín, todavía en shock. «Yo me he cancelado la mitad del día porque estoy llorando cada media hora. Por la calle nos miramos todos a las caras para ver quién nos falta en nuestro día a día, porque Nou Campanar es pequeño y de vista nos conocemos todos». 

Finalmente, Arancha hace un llamamiento a cualquiera que se acerque en los próximos días a la tragedia de su vecindario: «Por favor, tratemos el tema con la máxima sensibilidad, porque somos muchas personas las que conocemos a gente que probablemente ya no volvamos a ver. Que se aborde como a uno le gustaría recibirlo». 

Carlos vive en la promoción Valle de la Ballestera -de Juan Armiñana- y también habla de desolación al describir el principal sentimiento del barrio. «Indignación porque se pegó fuego muy rápido, pero lo que más veo es tristeza. Estamos hablando de un edificio que se puede demoler para hacer otro nuevo, pero las pérdidas humanas son irrecuperables», decía el encargado de organizar una flota de coches para desplazar a los afectados y la ayuda recogida en el gimnasio Valientes.

Edelia acaba de sufrir un mareo tras dejar a su hija en la finca más cercana al edificio calcinado. Está nerviosa y no para de darle vueltas a una imagen. Las placas incendiadas volaron de manera imprevisible. «Temía que el fuego llegara a su casa. Por suerte, la chica que va a limpiar su casa dejó las persianas bajadas justo a las 17.30 y no se quemó nada. Y su chiquillo se fue a dormir con los suegros», relata la mujer, y valora la posibilidad de que la finca de su hija corra o no el mismo peligro. «Esta tiene baldosas y azulejos más robustos. La calcinada era preciosa por fuera, pero quizás sin tanta calidad como parecía». 

Áticos a un millón de euros

Los materiales de obra se han convertido en un tema de debate. Sobre las condiciones arquitectónicas y sociológicas de Nou Campanar también hablan Marián y Rafa Fenellosa, regentes de una tienda de reformas junto a la finca incendiada. «Yo puse el parquet de la finca y aquello no tenía la calidad que vendían. Decían que era domótica porque tenía un botón para bajar las persianas. Algunos áticos intentaron venderlos por un millón de euros, pero como aquello terminó quebrando y bajando tanto de precio, muchas viviendas se las quedaron inversores para destinarlas al alquiler», explica Marián. 

«El vecindario cuenta con muchas familias de nacionalidad ucraniana y rusa. Es muy seguro. Nunca pasa nada. Tenemos seguridad y conserje las 24 horas en casi todas las fincas, muchas de ellas de Armiñana y de Onofre Miguel. Quizás falta organización vecinal y grupos de whatsapps en las fincas. En cuanto al sentimiento general, el incendio y los fallecimientos han supuesto un mazazo enorme para el barrio. No habíamos visto a tanta gente aquí desde que la clásica falla de Nou Campanar traía a tantísimo público. Ahora nos vemos en el escenario opuesto, una tragedia. Hoy hemos abierto para ayudar. El barrio se ha volcado», cierra Rafa.