Vivir con el cementerio en casa en Orihuela: "Hay unos olores insoportables de los cuerpos en descomposición"

Vecinos que lindan con el camposanto de Orihuela reclaman que se vigilen las obras de ampliación, a escasos 20 metros de sus viviendas: "Hay unos olores insoportables de los cuerpos en descomposición"

Un contenedor de obra con ataúdes, y al fondo viviendas

Un contenedor de obra con ataúdes, y al fondo viviendas / L-EMV

Loreto Mármol

Unas recientes imágenes con contenedores de obra llenos de ataúdes dejan constancia de a lo que se enfrentan los vecinos diariamente que viven pegados al cementerio de Orihuela, algo de lo que además se llevan quejando desde hace al menos cuatro años. "Hay unos olores insoportables de los cuerpos en descomposición", se lamentan, lo que aún es peor con la llegada del calor.

"Es insalubre, y nos está siendo imposible salir a la calle y hasta estar sentados en nuestra casa", describe una vecina que reside en el paraje carretera Raiguero de Bonanza, que pide que se respeten los metros estipulados en la normativa y que haya más vigilancia de las obras por parte del Ayuntamiento y la Conselleria de Sanidad.

Este cementerio, que es propiedad de la Iglesia, se queda pequeño. En este sentido, se viene reclamando uno de titularidad municipal, pero para ello es necesario que el equipo de gobierno actualice el Plan General de Ordenación Urbana, que data de los años 90, para dotar un suelo que preste este servicio tan esencial para la ciudadanía.

Con la ampliación del camposanto, tanto en número de pabellones como en nichos, esta vecina asegura que la valla que delimita el perímetro ya está a escasos 20 metros de sus casas. Cerca también hay una industria de congelados y otra de colchones, y es un camino frecuentado para subir a la Cruz de la Muela.

La normativa en cuanto a la distancia mínima con respecto a las viviendas se ha ido rebajando a lo largo del tiempo. El artículo 50 del Decreto estatal 2263/1974, de 20 de julio, por el que se aprueba el Reglamento de Policía Sanitaria Mortuoria, que no se encuentra derogado, señala que "el emplazamiento de los cementerios habrá de hacerse sobre terrenos permeables, alejados de las zonas pobladas, de las cuales deberán distar, por lo menos, 500 metros".

Sin embargo, menos exigente fue el Decreto valenciano 39/2005, de 25 de febrero, que restó esta distancia a la mitad, estableciendo que a partir del perímetro de una primera zona de protección de 25 metros tenía que haber una segunda zona de terreno de 225 metros de anchura.

La puerta de una de las viviendas que quedan a escasos 20 metros del vallado

La puerta de una de las viviendas que quedan a escasos 20 metros del vallado / / TONY SEVILLA

Y menos aún la reforma de este decreto, en 2009, que dispone que la ampliación del cementerio debe respetar un perímetro de protección de tan solo 25 metros.

Hace dos años, cuando comenzó el acopio de materiales para la ampliación, los vecinos, a 50 metros, ya acusaban el mal olor, pero es que, además de "unas vistas a las tumbas que dan depresión", están cada vez más cerca: "Se nos vienen los nichos a la puerta de la casa", manifiestan.

En 2022, el administrador del cementerio, José Miguel Hernández, ya señalaba 2024 como el año en el que se agotaría la capacidad, teniendo en cuenta que se realizan unos 400 enterramientos al año. En este camposanto también hay columbarios, nichos destinados a alojar las urnas que contienen las cenizas de los difuntos, que ocupan menos espacio, pero más del 50% de la demanda corresponde a inhumaciones tradicionales.

Ya entonces, un cartel anunciaba que el cementerio albergaría 12.000 nichos nuevos, aunque no se harían de golpe, unos 500 en una primera fase. Para ello solo quedaba un espacio disponible, al final de la calle principal y aledaño a la sierra.

Las obras

El Ayuntamiento, por su parte, afirma que la ampliación dispone de proyecto y permiso. Con todo, el PSOE lleva años denunciando la falta de transparencia en las obras, que, según la normativa, deben incluir en el expediente un informe urbanístico donde conste que el emplazamiento del cementerio es el previsto en el planeamiento urbanístico vigente -en el caso de que no haya previsión de emplazamiento, es necesario el informe de la Comisión Territorial de Urbanismo donde conste que se ha seguido el procedimiento específico para ubicar este uso-, además de un estudio hidrogeológico del terreno, donde consten sus características de permeabilidad, la situación del nivel freático y los niveles de contaminación de posibles acuíferos y también la dirección del flujo subterráneo, así como un proyecto de ampliación que ha de contener una memoria firmada por el técnico competente.