Caso Erial

Los notarios confirman que sólo el sirio vivió en el piso que vendió Zaplana en 2006

La declaración de ambos testigos confirma la teoría de que la hoja de ruta de las mordidas se la dejó el exministro al abandonar su vivienda

Eduardo Zaplana sale de la Ciudad de la Justicia de València en la primera sesión del juicio del caso Erial.

Eduardo Zaplana sale de la Ciudad de la Justicia de València en la primera sesión del juicio del caso Erial. / Germán Caballero

Los dos notarios que adquirieron, sucesivamente, la vivienda en la Plaza de la Legión Española de València que vendió Eduardo Zaplana confirmaron ayer indirectamente la versión ofrecida por el ciudadano sirio Imad Al N. Y. sobre la comprometedora hoja de ruta de las mordidas de la ITV y el Plan eólico con el que arrancó el caso Erial.  Ninguno de los dos notarios llegó a vivir en la casa desde que el primero, Jorge M. I., la adquirió el 18 de diciembre de 2006 y el segundo,Pablo G. C., la alquiló al empresario sirio en 2009, según declararon ambos en la décimocuarta sesión del juicio del caso Erial. De esta manera el último que residió en el piso fue Eduardo Zaplana y el siguiente fue el testigo Imad Al N. Y. 

El piso en el exclusivo distrito del Pla del Reial de València fue vendido por Zaplana en 2006 a un notario de Barcelona que no lo llegó a ocupar. Y que únicamente lo visitó en «un par de ocasiones» por lo que aseguró desconocer si había en el piso una caja fuerte o no. Este nuevo propietario vendió la casa en 2008 a otro notario que hizo un «lavado de cara» a la vivienda, a base de pintura y reparaciones básicas, antes de alquilarla en el mes de septiembre al ciudadano sirio que asegura que halló la documentación (en un hueco junto a la caja fuerte), la entregó a Marcos Benavent, el yonqui del dinero, que la entregó a la justicia cuando colaboraba con la Fiscalía Anticorrupción, lo que permitió a la Unidad Central Operativa (UCO)de la Guardia Civil comenzar a tirar del hilo .

El segundo notario, Pablo G. C., sí que recordaba el lugar donde se halló la hoja de ruta. El tstigo confirmó que «había una caja fuerte cerca del dormitorio principal» en una zona de armarios ei, incluso, que «había algún listón de madera» a su alrededor, pero que nunca «entró a ver lo que había». «En la casa había algún objeto de los anteriores dueños, algún trabajo escolar... No vi nada más», explicó, según la declaración recogida por la agencia Efe. 

A instancias del abogado de Eduardo Zaplana también declaró la exmujer de Fernando Belhot, el testaferro uruguayo del exministro. La mujer, que declaró por videoconferencia desde Uruguay, declaró «no intervine nunca en sus negocios. Ni iba», al despacho de abogados que regentaba Belhot con otros familiares de su exmujer.  Sin embargo, su firma aparecía en dos cuentas del Julius Bar en Suiza. Algo plausible ya que, durante las dos décadas que duró su matrimonio, «yo firmaba con toda la confianza. Desconozco esas cuentas y la numeración». 

La mujer ni siquiera era consciente de que existían cuentas en el extranjero a su nombre. «No era consciente. Lo único que se es que soy divorciada de mi esposo. Un dia me vino a pedir una firma para cerrar cuentas en el exterior. Yo le dije: ‘¿De qué hablas, si yo no tengo nada? Tenía que firmar para cerrar una cuenta de forma conjunta. Es lo único que tengo constancia que sí firmé». La exmujer de Belhot tampoco sabía nada de la amistad de su exmarido con Eduardo Zaplana. «No supe nada de la amistad que tenia con don Eduardo Zaplana. Él no me contaba nada de lo que pasaba en España», aseguró. 

Otra pregunta del abogado de Zaplana también provocó una situación comprometida para la testigo. El letrado preguntó si conocía la «relación» de su exmarido con otra testigo uruguaya. La exmujer de Belhot respondió espontáneamente: «Quiero pensar que no tenía ninguna relación con la otra testigo, porque relaciones le sobraron. Es recontrapariente mía, hija de una prima segunda de mi madre muy lejana, alguna vez la vi en España». Ante el evidente malentendido, el letrado de Zaplana se disculpó y aclaró que obviamente se refería a una «relación financiera». El presidente del tribunal también pidió disculpas a la mujer. 

Otros testigos que desfilaron ayer por la Ciudad de la Justicia fueron el propietario que vendió a «unos valencianos» el piso de la calle Núñez de Balboa que admitió haber pagado 100.000 euros en «cash». También el fisioterapeuta de Zaplana que también pagó en efectivo casi 70.000 euros de su parte del barco Loix, según él porque se relacionaba con tenistas. 

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