Oasis humanos

Cultivos como refugios climáticos

Cultivos como refugios climáticos / Enrique Moltó

Enrique Moltó

En muchas zonas del entorno mediterráneo no llegamos a 100 mm de precipitación desde octubre del año pasado, en algunos puntos del sudeste bastante menos incluso. En este contexto la vegetación natural y los cultivos están sometidos a un estrés hídrico seguramente pocas veces visto. Ha habido sequías más largas (no sabemos cuánto durará ésta) pero no hemos encontrado en los registros, en algunos casos centenarios, ninguna tan intensa en los últimos nueve meses. Esto va a suponer que una fauna salvaje herbívora que está cada vez más extendida y cada vez más cerca del hombre no va a encontrar nada que comer y aún se va a aproximar más a las explotaciones agrarias, con los problemas de rentabilidad e incluso supervivencia que se pueden dar, que ya se están dando, y ante los que nadie responde. Los regadíos, no ya los grandes, sino los pequeños huertos de autoconsumo e incluso los jardines se convierten en oasis para multitud de especies, tanto los herbívoros antes citados como aves e insectos. Estamos acostumbrados a criticar al hombre por todo lo que hace, pero tal vez, en estos casos, esté proporcionando una tabla de salvación a multitud de especies en espera de que lleguen tiempos mejores. Regar en medio de una sequía no parece sostenible a medio y largo plazo, pero en el corto plazo tiene estos efectos positivos.

Otro tipo de oasis son los llamados refugios climáticos que se quieren instaurar en las ciudades, zonas dotadas de sombra y agua que sirvan para que los ciudadanos puedan mitigar el calor extremo. En este caso planteemos dos contradicciones. Si plantamos árboles adaptados al clima del lugar, lo más coherente desde el punto de vista de la sostenibilidad, muchas veces no podrán cumplir con la misión de proporcionar una sombra espesa. Por otro lado, estoy harto de escuchar y leer las quejas de los ciudadanos urbanitas en contra de árboles demasiado grandes y molestos que se acercan a las ventanas y hospedan aves molestas, con peticiones de podas exhaustivas. Otros pedirán justo lo contrario, que dejen de hacer esas podas extremas que convierten los árboles en muñones. En fin, ¡a ver si nos aclaramos!