Si a algún vecino o vecina le hubiera dado por pasear por su ciudad el pasado fin de semana disfrutando de sus emblemáticos lugares igual habría tenido que pedir la vez o abrirse paso a codazos, porque las calles debían estar abarrotadas. Diferentes grupos errantes, paseaban en demostración palpable de su amor a la ciudad, la que es hoy y la que fue ayer. Más allá de la caricatura, lo cierto es que dos formaciones políticas „una principiante, la otra experta ya en estos menesteres„, junto con el propio Ayuntamiento de Xàtiva desde la concejalía del ramo, patrocinaban interesantes rutas encaminadas a destapar los encantos ocultos y evidentes de esta ciudad.

Tres iniciativas diferentes para promover una idea que no es nueva pero sí resultona, y por tanto, exportable. Dado su éxito, debería perfeccionarse, sobre todo para conseguir que no sólo sean nativos y residentes, cuyo número es evidentemente finito, quienes se apunten al paseo, sino que la convocatoria se extienda allí donde se diseñan los circuitos turísticos y promociones destinados a la gente que hace turismo de descubrimiento. Por que el turismo, como motor económico de una ciudad, requiere la construcción de un buen edificio que resista vientos y mareas, evitando la tentación de empezar por encalar las ventanas para que haga bonito. Existe una materia prima de valor indiscutible, un ayuntamiento, sin duda, preocupado por la cuestión y una trayectoria bastante deficiente por cuanto sólo se preocupaba de contar y recontar entradas vendidas y viajar a Madrid una vez al año.

Ahora sería la ocasión de demostrar la otra manera de hacer las cosas con un estilo basado en la reflexión previa, el análisis acertado de las fortalezas y debilidades, el asesoramiento técnico especializado y la inversión suficiente. Sustentado en el trabajo duro y constante, en la valentía para mantener los aciertos y la osadía para innovar, buscando fórmulas alternativas que sacudan inercias y rompan con las limitaciones que hacen de Xàtiva una ciudad que quiere ser algo para lo que no quiere prepararse, al menos, con el rigor y la coherencia necesaria. Como ya se ha escrito , no tiene gracia visitar una ciudad que los días festivos cierra sus monumentos, ofrece una limitada oferta gastronómica y parece que no acaba de creerse esa imagen de ciudad digna de ser visitada.

Quizás la palabra clave es "proyecto" entendiendo éste como el diseño anticipado y concreto de lo que inicialmente son sólo intenciones. Su elaboración requiere tiempo y paciencia, pero es indispensable para trabajar con eficacia y sentido común. Un proyecto permite actuar con coherencia, errando lo menos posible. Impide tropezones y batacazos, porque no se camina a ciegas, ni se improvisa. Un proyecto, es lo que permitiría, por ejemplo, que la Plaza del Mercat no se convierta en un laboratorio urbanístico, donde se actúa de forma espasmódica y algo irritante. Definido el espacio que se quiere, consensuado con quienes han de convivir en él, oídos los condicionamientos técnicos, es indispensable anticipar su diseño definitivo, antes de poner las vallas y empezar las obras.

Imprevisión. Si nunca es recomendable la marcha atrás, menos lo es todavía en materia urbanística donde hace falta un encaje exquisito entre las preferencias, las necesidades y las posibilidades. Nadie empieza una reforma en su casa, sin saber exactamente el resultado final al que aspira. De la misma forma, sólo una propuesta integral para la ciudad, elaborada desde la razón y la pasión, compartida lealmente por quienes han de gestionarla, será capaz de obtener el total apoyo ciudadano. Y sólo de ese acuerdo colectivo, podrá surgir la Xàtiva del siglo XXI en la que valdrá la pena vivir.