El rastro de Teresa Mercé Mengual se pierde a las dos y cuarto de la tarde del 5 de julio de 2016. A esa hora, una vecina que acababa de bajar la persiana de su bar asegura haberla visto paseando por la travesía principal de Navarrés. Un año y varios operativos de búsqueda después, la fotografía de la desaparecida aguanta como puede el paso del tiempo en los cristales de gasolineras y comercios. Ni una sola pista ha permitido a los investigadores estrechar el cerco sobre el paradero de la mujer de 76 años, que llevaba pantalón blanco, bolso, sombrero y una blusa estampada donde predominaba el color azul la última vez que una cámara de vigilancia captó su imagen en el interior de un supermercado. El reloj marcaba las 12 del mediodía.

Ayer, a esa misma hora y después de 365 días sin noticias de Teresa, una concentración a las puertas del Ayuntamiento de Navarrés recordó que la lucha de los familiares por localizarla sigue abierta, como una herida que no cicatriza. «Nos sentimos impotentes. Después de toda la búsqueda y de los medios que se han empleado, ya no sabemos que más se puede hacer». Son las palabras resignadas de Fernando Cros, uno de los tres hijos de Teresa que ayer, junto al marido de la desaparecida, no pudieron contener el dolor y el llanto que genera la incertidumbre de llevar meses a la espera de una llamada que nunca llega.

La alcaldesa de Navarrés, Estela Darocas, emplazó ayer a los vecinos y allegados a «no perder la esperanza» y volvió a apelar a la colaboración ciudadana para que la desaparición «no caiga en el olvido». La munícipe agradeció la labor de los cuerpos de seguridad del Estado, que durante este año han desplegado «búsquedas constantes con todos los medios de los que disponen», peinando a fondo buena parte del término municipal. Al acto de ayer asistió el capitán de la Guardia Civil de Xàtiva, Antonio Carrillo, que mostró su apoyo a la familia. «Cada vez que nos confirmaban que había una nueva búsqueda pensábamos que ese día habría información sobre Teresa, pero no ha sido así», lamentó Darocas.«Ni podemos ni queremos olvidar este hecho terrible que nos consternó en aquel momento y que en la actualidad nos mantiene en vilo. No queremos que quede como que un día una persona salió a pesar y no regresó, sin saber cómo ni porqué»», dijo. «Cualquier aportación puede ser suficiente para que se abran otras lineas de investigación que puedan ayudar a localizar el paradero de Teresa», sentenció.

Aunque el matrimonio solía pasar varios días de la semana entre Navarrés y Bicorp, la desaparecida vivía junto a su marido y sus hijos en Alicante, donde se extendieron las labores de búsqueda.Fernando indica que Teresa «estaba un poco desmemoriada» y tenía que tomar medicación por ello, aunque «se movía perfectamente», con autonomía y estaba acostumbrada a dar largos paseos. La principal hipótesis que sigue manejando la Guardia Civil es que la anciana se desorientó, aunque no se descarta la posibilidad de que se hubiera podido subir a algún coche. «Pusimos carteles en la ruta de Alicante, pero no hemos sabido nada», incide Fernando.

Despliegue masivo

A partir de todos los testimonios y las grabaciones que se recabaron del 5 de julio, los familiares han reconstruido los últimos pasos de la mujer. Teresa salió de casa a primera hora de la mañana para visitar a su prima en la residencia. Luego volvió a su domicilio, desayunó con su marido y salió de nuevo. Él se quedó: los albañiles estaban de obras. A las 12, la desaparecida se hallaba en el supermercado y, a las 13.45 h, al menos tres personas la sitúan en una carretera poco transitada a las afueras de la localidad. En el camino por el que solía pasear, que lleva a la ermita, se paró a hablar con una vecina. Fernando ve factible que, 20 minutos después, fuera vista en la travesía del pueblo en su regreso a casa, aunque estas conjeturas podrían estar equivocadas.

La Benemérita no escatimó en medios: empleó helicópteros con cámaras térmicas, drones y perros adiestrados. Cientos de personas buscaron a Teresa, entre voluntarios y profesionales. Los buzos también se sumergieron en una presa. Y no hubo hallazgos. «Ningún indicio suficiente nos permite saber realmente si se ha despistado o ha desaparecido o si ha pasado algo que no es eso. El abanico de posibilidades es demasiado grande», zanja Fernando, antes de recordar que Teresa desapareció el mismo día que Manuela Chavero en Monesterio. Ambas engrosan un listado de más de 4.000 personas en España que parecen haber sido engullidas por la tierra.