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De hurones en La Font con una buena cuadrilla

L a Font de La Figuera es una zona declarada como de plaga de conejos, al igual que otros tantos municipios de la Costera y La Vall d'Albaida. A la escasez de lluvias en la siembra se suma los daños que los conejos provocan en las cosechas y en los frutos leñosos como almendros o vid. La Conselleria de Agricultura concede permisos de caza durante todo el año para combatir la plaga, que causa pérdidas millonarias a los agricultores.

Este pasado domingo fui invitado por Miguel a cazar el conejo con hurón en la zona de la Rambla en La Font de la Figuera. Un paraje muy castigado por los lagomorfos. La viña aún no ha empezado a brotar y todavía es pronto para evaluar los daños, pero los plantones jóvenes son un manjar para los conejos; roen el tronco hasta secarlo. A veces ni los protectores logran disuadir a los conejos de buscar su alimento.

Los ribazos con tierra suelta fácil de escarbar es el lugar perfecto para hacer madrigueras. Miguel sabe perfectamente donde echar el hurón para que los conejos salgan de su escondite, que sólo abandonan para comer, sobre todo, a primera hora de la mañana y a última de la tarde. Es un animal de hábitos nocturnos y crepusculares, se alimenta desde que anochece hasta que amanece. El resto del día lo pasa dentro de la madriguera, de ahí que este tipo de conejo solo se pueda cazar con hurón y no con perro. Con Miguel vienen también dos amigos suyos: Alberto y Vicente, una cuadrilla de cazadores jóvenes de La Font de la Figuera, con mucha afición. Miguel es un experto desollando conejos. Les quita la camisa en un plis plas y ya están listos para cocinar.

Al principio de la mañana no hemos tenido mucha suerte porque una de las huronas, la más pequeña, se ha liado dentro de la madriguera con los gazapos y ha tardado en salir. Las conejas están la mayoría recién paridas y no se separan de los pequeños.

La caza del hurón requiere mucha paciencia. Hay que esperar a que el hurón salga y a veces el tiempo de espera se prolonga durante horas, sobre todo, cuando hay gazapos en su interior.

Después de un copioso almuerzo hemos ido a otra zona, también de viñedos, muy castigada. El año pasado en estos campos no se vendimió porque los conejos arrasaron con la cosecha y no dejaron racimos para vendimiar. Lo mismo pasa con los campos de cereal donde los conejos se comen la siembra y no la dejan crecer, con la consiguiente pérdida económica para los agricultores.

El trabajo de los hurones es fundamental. Miguel lleva buenos bichos y eso facilita mucho la labor. No es fácil hacerlos salir porque los conejos son muy astutos y tienen enormes e intrincadas galerías por donde despistar al hurón y escapar de las escopetas.

El campo está lleno de fallega o excrementos que deja a las claras el número de ejemplares que hay. También de sendas por donde transitan los lagomorfos. En las orillas de los campos pueden verse infinidad de pisadas como si pasara un rebaño por ellos. Es emocionante cuando oyes las carreras debajo de tus pies. Salen endiablados y buscan enseguida otro agujero donde meterse. Es un tiro muy rápido, a tenazón. Por eso interesa llevar en la escopeta choques abiertos y cartucho de octava o novena. La mayoría de los disparos los efectúas a muy corta distancia.

No errar el tiro

A veces el conejo, que tiene un oído muy fino se asoma a la boca para ver si tiene el camino despejado. En ese momento no conviene disparar porque puede estar el hurón muy próximo y llevarte un serio disgusto. Hemos apurado hasta última hora de la mañana. El sol apretaba y los hurones ya comenzaban a estar cansados, así que mejor dar la jornada por concluida con una buena percha.

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