A l alcance de la mano. El Olímpic puede acabar el domingo con la clasificación matemática para disputar otra vez una promoción de ascenso a la Segunda División B. Casi increíble. Los mimbres, en lo que se refiere a la configuración de la plantilla, corresponden a otra etapa, tan próxima como tan lejana. Hasta llegar aquí se ha tenido que pasar por situaciones muy difíciles, situaciones que amenazaron seriamente la continuidad del club. Los jugadores han expresado muchas veces que quieren jugar la promoción, tal vez su última promoción, y tal vez eso nos ha hecho diferentes a otros equipos.
No está todo bien, muchos de los problemas siguen ahí, pero los problemas con éxitos deportivos son menos. Tal vez no haya que ser melodramático y pensar más durante las próximas semanas en «vivir el momento» porque una promoción es una experiencia única, que pocas veces se vive. Toca animarnos de cara a esa promoción. Toca ser más que los poco menos de 300 espectadores que acudieron el domingo a la Murta (otra decisión, la del horario, difícil de entender).
Pero no nos podemos olvidar de otra realidad: el juvenil ha descendido. La promoción no debe ocultar que el club dista mucho de ser lo que se quería, o lo que se pretende. Se ha priorizado el primer equipo en detrimento de los demás, y el juvenil, con muchos problemas desde el minuto 1, no ha podido conservar la categoría nacional, categoría que cuesta mucho de conseguir. Nada que objetar del esfuerzo de gran parte de la plantilla y de los técnicos. Sencillamente el club les ha fallado.
Y suerte, mucha suerte para el Canals, Llosa o Enguera que se juegan mucho este fin de semana. ¡Qué corre el cava!, eso espero.
