Lo que anoche se vivió en el salón de plenos de la Mancomunitat de la Vall d'Albaida fue una especie de flashback a pequeña escala de lo que ocurrió en julio en el Congreso. Tres meses después de las elecciones que volvieron a dar la mayoría a la izquierda, la entidad supramunicipal se constituyó y sus nuevos miembros tomaron posesión de sus escaños en el pleno, pero los partidos que integran el organismo fueron incapaces de elegir por mayoría a un presidente. Y eso que solo se presentó un candidato. No había alternativas.

El socialista Vicent Gomar, alcalde de la Pobla del Duc, optaba a ser reelegido para afrontar un segundo mandato al frente de la Mancomunitat y se las prometía muy felices, puesto que parecía contar con los apoyos necesarios en virtud de un preacuerdo previo entre las diversas formaciones respecto al reparto de delegaciones de gobierno y de asientos en la junta de gobierno.

A la hora de la verdad, sin embargo, todo saltó por los aires. En el pleno de investidura, Compromís condicionó su respaldo a Gomar a la inclusión de la perrera comarcal entre las competencias a gestionar por los consellers de la coalición, unida a la vicepresidenta primera para el alcalde de Albaida, Josep Albert, y a las áreas de Medio Ambiente y Cultura.El portavoz del PSPV, Antonio Esquinas, respondió con una llamada al consenso para intentar salvar los muebles. El secretario comarcal socialista apeló a la «historia de la entidad» y a la» vocación comarcal» para defender la propuesta planteada. Pidió «dejar de lado cuestiones políticas y trabajar codo con codo». Pero de nada sirvió.

Josep Albert (Compromís) insistió en supeditar el apoyo a la delegación de la perrera, cuya gestión «ha levantado ampollas históricamente» y necesita, según éste, «otra dirección». El PSPV incidió en que tradicionalmente esta área ha estado vinculada a Agricultura, asumida por La Vall Ens Uneix junto a Educación. A Albert no le convenció la explicación. A continuación, Vicent Gomar intervino en un tono mucho más duro, dejando claro que no iba a cambiar su oferta. «Es inmoral y estoy harto. No apretéis tanto porque habéis sacado petróleo y habéis tenido lo máximo que se puede tener: Medio Ambiente y Cultura», espetó a Compromís.

Al final, tanto la coalición valencianista como el PP dinamitaron la investidura del presidente con su voto en contra y forzaron un empate a 30 papeletas. En la sesión hubo varias ausencias. Pese al espaldarazo de la independiente La Vall ens Uneix, Gomar no logró la mayoría necesaria y seguirá en funciones hasta que se convoque un nuevo pleno, aún sin fecha.

Adiós al acuerdo

Tras el pleno, el socialista Antonio Esquinas acusó a Compromís de «hacer saltar por los aires el acuerdo una hora antes del pleno» mediante -añadió- una «pinza con el PP» que «impide un gobierno progresista sin lógica alguna» . Esquinas mostró la mano tendida del PSPV «a lo que ha sido históricamente un lugar de concordia (en referencia a la Mancomunitat)», aunque aseguró que, antes de celebrarse un nuevo pleno -al que Gomar se volverá a presentar-, ha de haber «diálogo y muchas explicaciones sobre la verdadera razón por la que Compromís ha votado en contra». A juicio del dirigente, «la perrera es una excusa».

Desde Compromís, sin embargo, mantuvieron que no había un acuerdo totalmente cerrado de antemano respecto a la oferta planteada por el presidente y culparon a los socialistas del fracaso de la investidura, por no aceptar sus demandas.

El PP justificó su votó en contra criticando el reparto de delegaciones entre PSPV y Compromís «para hacer política». La portavoz popular, Susana Navarro, mostró su desconfianza respecto al candidato Gomar y le reprochó la gestión de la crisis de la basura, que desembocó en una huelga. «Son tiempos de abrir paso a nuevo paradigma, a gente con actitudes y aptitudes diferentes que aporten nuevas ideas y tomen decisiones sin miedo a represalias políticas. La suya no es la figura que representa valores que defendemos», dijo Navarro, que aseguró que la Mancomunitat «está estancada». Gomar le acusó de hacer «demagogia barata» y afirmó que la crisis de la basura «fue un chantaje y se solucionó inmediatamente».

El portavoz de la Vall Ens Uneix, Joan Sanchis, manifestó su apoyo a Gomar «para seguir avanzando», pero fue muy crítico con las nueva normativa derivada de la Ley de Mancomunidades por la situación de infrarrepresentación que genera la desaparición del criterio poblacional. A diferencia de lo que ocurría antes, ahora cada ayuntamiento dispone de dos miembros en la Mancomunitat (el alcalde y otro concejal de la corporación) con independencia del número de habitantes de su municipio. A la hora de pagar la cuota que financia los servicios, sin embargo, las localidades sí que pagan en función de su peso demográfico. «Pagamos más y debemos recibir más de esos servicios», lamentó Sanchis. El regidor de Ontinyent abogó por la «lealtad institucional», pero emplazó a corregir ese «déficit de representación» que, a su juicio, «es un déficit democrático» porque «no se respeta la verdadera proporción» en el seno de la institución supramunicipal.