Ha pasado ya más de un mes desde la declaración del estado de alarma y, tras las semanas más duras con la restricción de casi toda la actividad, salvo la considerada esencial, comienza a atisbarse el final del túnel, de cara a una posible «desescalada» que permita la reanudación progresiva de la vida cotidiana, aunque no cabrá bajar la guardia en ningún momento.

En este contexto sería interesante comenzar a realizar un análisis, desde el ámbito de la ciudad de Xàtiva, que pudiera reflejar de la manera más fidedigna las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades que ha producido esta situación, de la que no hay referentes similares en la historia reciente de la ciudad. Evidentemente, muchas, importantes y de diverso calado son las debilidades y amenazas, sobre todo en el sector servicios —principalmente el comercio local, o respecto a la falta de tejido productivo industrial—, pero cabría fijarse en las fortalezas y oportunidades que gratamente se han podido constatar, a través de varios indicios y realidades, en estos difíciles días.

Destaca sobre todo el papel de la administración sanitaria, con el Hospital Lluís Alcanyís a la cabeza. La experiencia acumulada durante tantos años por su magnífico equipo de profesionales veteranos es una ventaja competitiva frente a las complicaciones. El incremento de las instalaciones en sus UCI y otros servicios debe mantenerse en el tiempo, dejando ya atrás la etapa de recortes. Y habría que apostar por una formación universitaria en la ciudad en el campo sanitario, y por la creación de una red de empresas locales en relación con las necesidades de este centro hospitalario y de todos los centros de atención de su área sanitaria. Las numerosas donaciones solidarias de material, suministros y productos de todo tipo, desde muchas empresas de los pueblos de su zona de influencia, permiten ser optimistas en un futuro sobre la activación de un nodo productivo estratégico y fundamental en tormo al hospital de Xàtiva.

También, la noticia publicada en este diario sobre la estratégica función y el papel de Mercaxativa, como despensa alimenticia de las denominadas comarcas centrales, es una fortaleza para la ciudad que debe potenciarse ante un futuro lleno de incertidumbre tras esta pandemia. Incluso habría que plantearse si un moderno y equipado matadero, que dejó de ser referente y acabó cerrado en Xàtiva, hubiera complementado a la perfección este servicio esencial que todos hemos valorado desde nuestro confinamiento como abastecedor de productos alimentarios de primera necesidad.

La buena comunicación de Xàtiva, tanto por carretera como por ferrocarril —aún sin grandes empresas de transportes que sí existieron en la ciudad y debería apostarse por recuperar—, ha potenciado su papel como uno de los centros distribuidores de suministro desde el gobierno estatal o autonómico en la Comunitat Valenciana. Asimismo, la existencia de suficientes servicios administrativos fundamentales como el de Correos, de seguridad, como la Policía Nacional o la Guardia Civil, o judiciales, han posibilitado el servicio al ciudadano en estos días a una amplia zona territorial de referencia. Trabajar para mantener y ampliar este tipo de dotaciones públicas es una cuestión prioritaria y vital para el futuro de la ciudad.

Y, entre el escaso tejido industrial, el ejemplo de unas pocas pero excelentes empresas de Xàtiva del cartón, derivados de la madera y de equipamiento en I+D+i se ha mostrado como una oportunidad en la que apoyar la creación de empleo y riqueza que la sociedad que surja tras esta crisis va a necesitar urgentemente, sobre todo en los ámbitos de las ciudades pequeñas y medianas.

Todas estas fortalezas y oportunidades, y algunas otras más, como la del potencial de los muchos autónomos que en la mayoría de casos van a tener que comenzar casi desde cero, requieren del talento como un elemento clave. Por ello, la oportunidad de Xàtiva también dependerá de la capacidad, desde políticas municipales, de retener, captar e involucrar el talento, tanto de sus ciudadanos formados, como de aquellos que, lejos de la ciudad, profesional o académicamente, mantienen el vínculo emocional, familiar o personal con esta ciudad milenaria.