Más que nunca tenemos que cruzar los dedos y sobre todo ser responsables. De momento, este domingo el Olímpic jugará en la Murta su primer partido de liga como local ante el Jove Español con aficionados en la grada. Las dos cosas son, a estas alturas de pandemia, una suerte. El poder jugar o competir y el poder hacerlo con público.

Más que nunca se han evidenciado las diferencias entre el deporte profesional y el amateur. No ha llegado ni un solo test a los clubes más modestos. Se confía en jugadores y técnicos. Pero si uno de ellos da positivo se tendrán que hacer pruebas todos, y de momento, hasta que lleguen los resultados, confinamiento, y por lo tanto, sin poder competir. Hay dirigentes que tienen claro que esta liga se va a parar, más pronto o más tarde, pero que no acabará. No son pesimistas, me temo que son realistas.

Y luego está lo del público. El Ontinyent 1931 ha hecho el esfuerzo de elaborar un protocolo para acoger 800 espectadores en El Clariano. Los datos de la pandemia han anulado su autorización y de momento serán la mitad. Se ha reaccionado: se ofrecerá el partido por algún canal a los aficionados.

Así que, así andamos, pendientes de los datos, de la evolución, de toques de queda y de más medidas restrictivas.

La competición es «una pasada»

Y es una pena, porque el deporte, la competición (y me van a permitir esta expresión vulgar), es una «pasada». Ahí está Frangi, con dos goles, en tiempo añadido, sin marcarlos de cabeza, dándole al equipo el primer punto en liga y evitando a Buades una mala semana antes del primer partido en la Murta. Hasta el mismo jugador ha reconocido que no celebró el primer gol porque pensaba que el partido estaba acabado y que no iba a servir para mucho. También que se lo digan a los aficionados en esos pueblos donde ha vuelto a haber fútbol: Barxeta, Fenollet, Llutxent, o a los aficionados en Atzeneta que han disfrutado en su campo de su primer partido en Segunda B. ¡Vale la pena! ¡Vamos a ponérselo difícil! Mascarilla, higiene y distancia.