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"Casos como el de Amparo son más frecuentes de lo que pensamos en los pueblos"

Fina García, de la asociación feminista Xateba, reclama un servicio de atención comarcal que brinde más seguridad a las víctimas de maltrato

Vista de Navarrés, en una imagen de archivo | PERALES IBORRA

El sentir en Navarrés y en el resto de poblaciones de las tres comarcas respecto al caso de Amparo M.G., publicado ayer por este diario, era unánime. Empatía por la víctima de un caso flagrante de violencia de género, tolerancia cero frente al agresor. También alababan el hecho de que Amparo se haya decidido a realizar una denuncia pública en una situación extrema, con temor por la propia vida. Sin embargo, algunas voces reclamaban que la valentía del acto no tapase el fallo en el sistema que saca a relucir el caso de Amparo: «Entendemos que acude a los medios de comunicación cuando no ha recibido la ayuda institucional que necesitaba. De alguna manera, es un grito, de que si no recibe ninguna ayuda puede ser una de las mujeres asesinadas».

Es el análisis de Fina García, componente de la asociación feminista Xateba y representante del ente en la Comisión de Protocolo contra la Violencia de Género de Xàtiva, que advertía que casos como el de Amparo «son, desgraciadamente, mucho más frecuentes en nuestros pueblos de lo que pensamos». En este caso, García ponía el foco en los «fallos del sistema» a la hora de procurarle a Amparo la red de seguridad que se necesita en una situación como la suya. Hay una sentencia condenatoria firme, lo que se supone el fin del problema, pero la víctima aún teme por su vida. «La institución no da garantías de seguridad, y el sentimiento de protección es muy importante para una víctima», aseveraba. García trasladaba en este sentido las reivindicaciones de Xateba, que pide un servicio de atención judicial «dedicada expresamente a atender a mujeres en situación de violencia de género. Se necesita algún ente, a nivel comarcal, que articule los recursos necesarios», reclamaba.

La integrante de Xateba refería la atención psicológica y social que se ha de brindar a las víctimas de violencia de género, pero también insistía en que mujeres como Amparo han de tener a agentes velando por su seguridad. «Pero no vigilándola a ella, sino a su agresor. Si la autoridad le tiene controlado, ella puede sentirse más segura». La experiencia de Amparo es diametralmente opuesta, con un marido agresor en paradero desconocido.

El papel de los vecinos

Los condicionantes son peores en zonas rurales, «donde todo se complica por la dificultad para acceder a recursos, y por la vulnerabilidad añadida en entornos con menos población y menos posibilidades de pedir ayuda», según Fina García. El papel de los vecinos y vecinas, en este sentido, es «vital»: «Han de ser el cordón que pueda aislar al agresor. Van a ser los primeros ojos que den el aviso. En nuestras concentraciones lo subrayamos mucho: hemos de ser responsables con la sociedad en que vivimos, ser conscientes de que hay algunos hombres que son violentos, y vigilar que ninguna de nuestras vecinas, amigas o familiares pueda sufrir esta violencia». Contactada por este diario, la alcaldesa de Navarrés, Estela Darocas, aseguraba que el pueblo «se ha volcado» con Amparo. «Ella ha sido muy valiente. Todos estaremos más atentos», afirmó.

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